Maestra de Oración y reformadora del Carmelo
Santa Teresa de Jesús, nacida como Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515, es una de las figuras más importantes y veneradas del catolicismo. Conocida también como Santa Teresa de Ávila, fue una mística, escritora y la fundadora de las Carmelitas Descalzas y los Carmelitas Descalzos. Su vida, marcada por la experiencia profunda de Dios y una incansable labor de reforma, la llevó a ser proclamada Doctora de la Iglesia, maestra de oración, por el Papa Pablo VI en 1970, siendo la primera mujer en obtener este título.
Infancia y Vocación
Desde niña, Teresa mostró una inclinación hacia la santidad. Hija de Don Alonso Sánchez de Cepeda y Doña Beatriz Dávila y Ahumada, fue educada en una fe profunda. A los siete años, junto con su hermano Rodrigo, intentó huir de casa buscando el martirio en tierra de moros, impresionada por las vidas de los santos y la idea de la eternidad («Para siempre, siempre, siempre»).
Tras la muerte de su madre, cuando tenía catorce años, buscó a la Virgen María como su madre espiritual. Aunque experimentó un período de distracción con lecturas de caballerías y vanidades juveniles, una estancia en el convento de monjas agustinas de Ávila y la lectura de las Cartas de San Jerónimo la llevaron a decidirse por la vida religiosa, no tanto por una fuerte atracción inicial, sino por elegir el camino que consideraba más seguro para su salvación.
En noviembre de 1535, a los veinte años, ingresó en el Convento Carmelita de la Encarnación en Ávila.
Maestra de Oración: El Viaje Interior
En sus primeros años en el convento, Teresa padeció una grave enfermedad que la dejó postrada y casi paralizada por un tiempo. Durante este sufrimiento físico, profundizó en la oración mental. Sin embargo, la relajación de la vida conventual de la época y las distracciones mundanas la llevaron a un estado de conflicto interior, donde alternaba la oración con las conversaciones frívolas, un periodo que ella misma describió como una vida «dividida».
Su conversión definitiva ocurrió alrededor de 1555, ante una imagen de Cristo muy llagado. Este encuentro íntimo la llevó a un despertar espiritual intenso. A partir de entonces, comenzó a experimentar mercedes místicas de Dios, como visiones y éxtasis.
Su principal enseñanza espiritual se centra en la oración como la llave de la vida cristiana, entendida como «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama». Sus obras cumbres son un testimonio y una guía para este viaje interior:
- El Libro de la Vida: Su autobiografía espiritual, escrita por obediencia a sus confesores.
- Camino de Perfección: Un manual práctico de oración y virtudes para sus monjas.
- Las Moradas (Castillo Interior): Considerada su obra maestra, donde describe el camino del alma hacia la unión con Dios a través de siete moradas o etapas, con la centralidad de Cristo como elemento indispensable.
La Reformadora: el nacimiento de los descalzos
Inspirada por un deseo de vivir la Regla del Carmelo en su primitiva austeridad, con mayor pobreza, oración y clausura, concibió la idea de fundar un nuevo convento. A pesar de la fuerte oposición y las dificultades, en 1562 fundó el primer monasterio de la reforma: San José de Ávila, el cual adoptó el nombre de Carmelitas Descalzas debido a su práctica de ir sin zapatos (o con sandalias).
Su obra de reforma se extendió rápidamente. Con la ayuda de San Juan de la Cruz, fundó la rama masculina: los Carmelitas Descalzos. Durante veinte años, Teresa recorrió miles de kilómetros fundando un total de diecisiete conventos, ganándose el apodo de la «andariega».
Santa Teresa de Jesús murió en Alba de Tormes, Salamanca, el 4 de octubre de 1582, en brazos de la hermana Ana de San Bartolomé. Su legado perdura en la Orden de los Carmelitas Descalzos, en la literatura mística española y en su magisterio como «maestra de vida cristiana» y maestra de oración para toda la Iglesia.



