«La muerte no es el final oscuro, sino un umbral luminoso hacia la eternidad»
El Papa León XIV ofreció hoy una profunda y consoladora reflexión sobre el misterio de la muerte, afirmando que, para los cristianos, esta no representa el final trágico de la existencia, sino un «paso hacia la luz plena» y la vida eterna.
En su catequesis semanal, enmarcada en el ciclo de preparación para el Jubileo 2025 sobre «Jesucristo, nuestra esperanza», el Santo Padre se adentró en un tema a menudo considerado un tabú en la sociedad moderna.
Una «Gran Maestra de Vida»
El Pontífice comenzó su meditación reconociendo la paradoja inherente a la muerte: «Es natural porque todo ser vivo, en la tierra, muere. Es antinatural porque el deseo de vida y de eternidad que sentimos nos hace ver la muerte como una condena».
Frente a la tendencia a evitar la conversación sobre la muerte, el Papa urgió a los fieles a mirarla de frente, citando a San Alfonso María de Ligorio al describirla como una «gran maestra de vida». «Saber que la muerte existe, y sobre todo reflexionar sobre ella, nos enseña a elegir qué queremos hacer realmente con nuestra existencia», afirmó, invitando a discernir entre lo efímero y lo eterno.
La Victoria de Cristo sobre la Muerte
El núcleo de la enseñanza papal giró en torno a la Resurrección de Jesús. León XIV subrayó que Cristo ha transformado el significado de la muerte para la humanidad.
«El Resucitado ha ido delante de nosotros en la gran prueba de la muerte, saliendo victorioso gracias al poder del Amor divino», explicó. «Él ha vencido [la muerte] para siempre abriendo un paso de vida eterna —es decir, haciendo Pascua— en el túnel de la muerte, para que, unidos a Él, también nosotros podamos entrar en él y atravesarlo».
Según el Papa, gracias a este acto, la muerte no se opone a la vida, sino que se convierte en un «umbral luminoso» y el camino al «puerto seguro que Dios nos ha prometido».
El Papa concluyó su mensaje alentando a los peregrinos a prepararse para la muerte «con la esperanza cierta de la resurrección», lo cual, aseguró, nos «preserva del miedo, nos ayuda a tomar buenas decisiones, nos libera de lo superfluo y nos dispone a la alegría de la vida que no tiene fin». La reflexión forma parte de una serie de catequesis que el Pontífice está ofreciendo en el contexto del Año Santo 2025.


