El 2 de febrero se celebra de forma especial en nuestro país la festividad de la Virgen de Candelaria. Esta festividad es muy significativa para los guatemaltecos ya que con ella se culminan de cierta forma las actividades navideñas como por ejemplo: la finalización de la novena al niño Dios, la persona que “encontró” al niño en la rosca de reyes realiza una pequeña celebración con tamales este día y en muchos hogares se mantienen los nacimientos hasta esta fecha.
Esta festividad coincide con la celebración litúrgica de la presentación del Niño Jesús en el templo y la purificación de su madre, la Virgen María. Esta celebración litúrgica se conoce en varias partes del mundo como la fiesta de la luz o de las candelas, debido a que se utilizan muchas candelas que simbolizan la luz y la pureza de la Virgen María.

Historia
La advocación mariana de la Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de la Candelaria tuvo su origen en Tenerife (España). Según la tradición, la Virgen se apareció en 1392 a dos aborígenes de las islas canarias -los denominados “guanches”- mientras pastoreaban su rebaño. Ellos, al llegar a la boca de un barranco, vieron que el ganado no avanzaba.
Entonces uno de los dos avanzó para ver lo que pasaba y vio que sobre una parte alta del terreno había una imagen de madera, más o menos de 60 cm de altura. Acercándose vio que se trataba de la imagen de una mujer que portaba una vela en la mano izquierda y cargaba a un niño con el brazo derecho. El pequeño, por su parte, llevaba en sus manos un pajarito de oro. Se trataba sin dudas de una imagen de la Virgen María con el niño Jesús en brazos.
A mediados del siglo V ya se celebraba la “Fiesta de las luces” en la que los fieles devotos de la Virgen salían en procesión con velas encendidas en las manos. Hay quienes indican que dicha costumbre comenzó en Oriente con el nombre de “Encuentro” y luego se extendió a Occidente durante el siglo VI, llegando incluso a celebrarse en la ciudad de Roma, con marcado carácter penitencial.
Aunque el origen de esta festividad no está del todo determinado, se sabe que para el siglo X las procesiones con velas realizadas en honor a la Virgen eran muy populares y en algunos lugares se celebraban con mucha solemnidad.
Guatemala
El pasado fin de semana salió la tradicional procesión de la Virgen de Candelaria de la parroquia de Nuestra Señora de Candelaria en zona 1, la cual fue acompañada por gigantes, toritos y demás quema de pólvora. En los al rededores de la iglesia se pueden encontrar ventas de comida típica guatemalteca como lo son las tostadas, atoles, chuchitos, tacos, etc. Parte de las actividades de esta festividad son las mañanitas que le cantan a la Virgen en el templo, la veneración y visita a Nuestra Señora de Candelaría, la bendición de velas, etc.
Nuestra Señora de Candelaria, ruega por nosotros.
Escrito por: María Fernanda Barrios Alvarez
Fotografías: Roxana Alvarez
La ciudad de Quetzaltenango parece transportarse de épocas cuando de hablar de tradiciones se trata,volviéndose mística y ancestral; “porque esta es nuestra tierra, nuestro pueblo, nuestra cofradía, la Cofradía Mayor del Niño del Santísimo”.

Imagen del Niño del Santísimo, fotografía Douglas Barillas

Imagen del Niño del Santísimo, fotografía Douglas Barillas
El Niño del Santísimo es una bellísima talla que evoca la infancia de Nuestro Señor Jesucristo, el Niñito con su mano derecha bendice a su pueblo que le es tan devoto, mientras que con la otra sostiene una esfera con una hermosa Cruz representando el mundo; el bello rostro de la imagen es enmarcado por su resplandor tan representativo. El bello Niñito con su vestimenta repujada en plata con incrustaciones de oro que se complementan con vestimentas de terciopelo, mientras el Niñito se posa en una esfera de plata, misma que se encuentran bajo sus pies que portan calzado de plata al estilo español de la época colonial, es como el pueblo católico tiene en su imaginario colectivo la presencia del Niño del Santísimo.
La bella Imagen es custodiada celosamente por la Cofradía Mayor del Niño del Santísimo, la cual tiene sus inicios en la época de la conquista y fundación de la ciudad de Quetzaltenango, con la llegada de la imagen del Dulce Nombre de Jesús, imagen que en la tradición oral se ha dicho que era propiedad del Adelantado Pedro de Alvarado; en su momento a la cofradía se le denominó “Cofradía del Dulce Nombre de Jesús” debido a que estaba enfocada en la veneración del Dulce Nombre, décadas más tarde elevaría su categoría a Cofradía Mayor, esto entre los años de 1633 a 1635, debido a que se tenía una relación directa con la hoy extinta Municipalidad Indígena de Quetzaltenango.

Imagen del Niño del Santísimo, fotografía Douglas Barillas

Imagen del Niño del Santísimo, fotografía Douglas Barillas
Después de la Imagen del Dulce Nombre llegaría otra bella imagen de la infancia de Nuestro Señor Jesucristo, probablemente a mediados del Siglos XVI, siendo esta colocada frente al Santísimo, una costumbre que se empezó en los siglos XVI y XVII en Andalucía, España, por lo que en las Américas seria replicada, sin embargo, la Imagen empezó a tener más relevancia dentro de la población indígena, por lo que las autoridades eclesiásticas deciden quitarlo del espacio dedicado al Santísimo, ya que la Santa Madre Iglesia nos manda que solo debe adorarse el Santísimo Sacramento del Altar, sin embargo queda la Imagen tan arraigada en la población y principalmente en la indígena, quien al no ver a la imagen junto al Santísimo pregunta: ¿Dónde está el Niño del Santísimo?
Debido a los cambios políticos y sociales a finales del siglo XIX, con la llegada del General Liberal Justo Rufino Barrios, la imagen del Dulce Nombre de Jesús es escondida y cubierta de Cal, para que no fuera expropiada como muchas otras imágenes en esta época liberal, el recelo de la cofradía por la imagen del Dulce Nombre, es porque esta imagen es el Patrón y Salvador de Quetzaltenango, por lo que su culto en el pasado era muy importante.

Cortejo Procesional del Primero de Enero del Niño del Santísimo, Foto Douglas Barillas
La Cofradía es nombrada Cofradía Mayor Niño del Santísimo debido a los cambios políticos, religiosos y sociales que le ha tocado que presenciar, siendo el más importante el arraigo devocional y cultural que llego a tener el Niño del Santísimo dentro de la sociedad, desplazando como imagen titular al Dulce Nombre de Jesús, por lo que las actividades más importantes de la cofradía giran en torno al Niño del Santísimo, eso sí, sin dejar de transmitir la devoción al Dulce Nombre de Jesús.
Las actividades más importantes que celebra la Cofradía, son las celebradas con el fin de un año y el inicio de otro, donde la bella imagen es trasladada a la Catedral Metropolitana de los Altos, donde permanecerá por unos cuantos días, donde el milagroso Niñito presidirá el Altar Mayor de Catedral, en la misa de noche vieja y las primeras eucaristías del Año Nuevo. El día principal el 1ro de enero saldrá de la Catedral en horarios de la tarde noche el festivo Cortejo Procesional mayor del Niño del Santísimo, el cual es el primer cortejo procesional del año en la ciudad altence.

Cortejo de Corpus Christi del Niño del Santísimo con su anda pequeña de plata repujada, Foto Douglas Barillas

Cortejo de Corpus Christi del Niño del Santísimo con su anda pequeña de plata repujada, Foto Douglas Barillas

Cortejo de Corpus Christi del Niño del Santísimo con su anda pequeña de plata repujada, Foto Douglas Barillas
El festivo Cortejo Procesional del Niño, es una de las costumbres que lo quetzaltecos tienen cada año nuevo, en este cortejo se puede apreciar aún el traje típico ceremonial de la mujer y el hombre indígena quetzalteco siendo uno de los pocos espacios que aún se puede observar esta tradición, así como los coloridos y vistos trajes tradicionales de los Venados y Monos que con gran entusiasmo bailan alegremente frente a la Imagen, demostrando la fauna que habita en nuestro país y las danzas ancestrales que se heredaron de nuestras civilizaciones antiguas, no puede faltar la quema de juegos pirotécnicos, cuetillos, volcancitos, las estrellitas y el tradicional Torito, todo esto entremezclándose con los sonidos de chinchines y los hermosos sones y alabados que acompañan al Niñito hasta la llegada del mismo a la casa de su Cofrade Mayor, donde finalizara el Cortejo, debido a esto el recorrido tiende a cambiar cada año.

Baile de los venados con el torito en el cortejo del primero de enero, fotografías Douglas Barillas

Baile de los venados con el torito en el cortejo del primero de enero, fotografías Douglas Barillas

Traje de los Venados, Foto Douglas Barillas
La otra actividad de suma importancia es el día Jueves de Corpus Cristi, en el cual se realiza una eucaristía en Catedral Metropolitana de los Altos por ser el día de la Solemnidad del Santísimo Sacramento, seguidamente de un cortejo procesional esta vez con un anda más pequeña, pero de una riqueza invaluable ya que la misma es una andaría con repujado de plata, seguidamente de una reunión en la cual se realiza el cambio de Cofrade Mayor, es aquí donde se verá la riqueza cultural, gastronómica y social que aporta esta cofradía a la sociedad moderna quetzalteca, apreciando aún como eran las celebraciones en el pasado en la ciudad, donde las familias de los cofrades lucen sus mejores galas para celebrar al Niño del Santísimo.
Existen danzas que ha aportado esta bella Imagen del Niño del Santísimo y su cofradía a la sociedad quetzalteca, como el de los venados y monos, pero el Baile Ceremonial del Niño del Santísimo se podría decir que es el más representativo en la sociedad indígena de esta ciudad de la estrella, en el cual bailan dos filas de manera paralelas, siendo un baile solo para hombres y otro solo para damas, el cual se realiza con bellas melodías en marimba denominadas “sones”, siendo el más importante el dedicado al Niño del Santísimo, pero siendo parte del repertorio también el Rey Kiche, San Bartolomé, Neblina entre otros, siendo este baile muy recurrente en las diferentes actividades (bodas, graduaciones, 50 años, 15 años, entre otros) de la sociedad indígena quetzalteca.

Baile de los Venados, Foto Jason Racancoj

Baile de los Venados, Foto Jason Racancoj
La bella Imagen del Niño del Santísimo no solo representa la Fé y Devoción del pueblo quetzalteco, sino también su historia y su pasado, ya que por medio de la Venerada Imagen del Niño se mantienen viva las tradiciones y costumbres en una sociedad cambiante y globalizada, por lo que a pesar de no estar los 365 días del año en veneración publica dentro de la Catedral Metropolitana de los Altos, cada 1ro de enero la ciudad de Quetzaltenango en busca del cortejo, nuevamente se hace la pregunta: ¿Dónde está el Niño del Santísimo?.

Trajes típicos para la fiesta del Niño del Santísimo, fotografías Cofradía del Niño del Santísimo

Trajes típicos para la fiesta del Niño del Santísimo, fotografías Cofradía del Niño del Santísimo

Trajes típicos para la fiesta del Niño del Santísimo, fotografías Cofradía del Niño del Santísimo

Devoción al Niño del Santísimo, fotografías Douglas Barillas

Devoción al Niño del Santísimo, fotografías Douglas Barillas

“Un pueblo que pasa por una de sus horas felices”.
La Quema del Diablo en la tradición Popular guatemalteca

Tradicional piñata de la Quema del Diablo
A partir de las 05:30 horas del 7 de Diciembre en Víspera de la fiesta Universal que recuerda la figura eminente de la Virgen María en su limpia e inmaculada concepción, la Ciudad de Guatemala comienza a revestirse de una atmósfera extraña y a la vez muy interesante. Las familias de antañonas casas del casco urbano abren sus puertas y junto a las aceras de sus domicilios comienzan a dispersar algunos objetos inflamables para dar inicio a los famosos “fogarones” de las 6 de la tarde. Se barren los rincones del hogar, se riega agua bendita y se reza el avemaría para luego, prender en llamas aquello que nos hace recordar la milenaria ciudad de Roma que fue incendiada por los cuatro costados por el Emperador Nerón.
Sones y alabados, olor a pino, manzanilla y el ponche caliente son los ingredientes esenciales para la composición ritual de este momento que forma parte -hasta hoy- de nuestra cultura como guatemaltecos(as); quienes en medio de esta antigua tradición de hacer fogatas para este día, reivindican simultáneamente esta costumbre como un medio para purificar sus viviendas de posibles energías malévolas reunidas durante todo el año. Así pues, la tradicional Quema del Diablo en Guatemala contiene una carga simbólica extremadamente fuerte la cual se perfila a través de las fuentes primarias escritas alrededor del siglo XVII, XVIII, XIX y XX.

La Inmaculada Concepción de TIEPOLO, GIAMBATTISTA
En Guatemala, la quema del diablo indica la apertura del ciclo de las fiestas de Navidad y Fin de año, cuyo hecho desarrolla múltiples manifestaciones populares que culminan con el día de la Virgen de Candelaria, el 02 de Febrero de cada año.
En ese sentido, para tratar de comprender estas expresiones del ideario guatemalteco, es necesario remontarnos como bien lo mencionamos anteriormente, en los periodos de colonización hispana y de vida independiente, donde dicha actividad obedece a dos tipos de órdenes fundamentales; tanto civiles como religiosos.
Al respecto, Miguel Álvarez, Cronista de la Ciudad de Guatemala en su tesis publicada en el año de 1980 “Aproximación etnográfica e histórica de las tradiciones populares de la Navidad en el Departamento de Guatemala”, nos dice que las famosas “luminarias” eran adornos festivos utilizados para las celebraciones civiles y religiosas desde la segunda mitad del siglo XVII, especialmente cuando se celebraba un hecho relacionado con la estirpe real de la monarquía española[1]

Foto Cerrito del Carmen
Algunos de estos hechos se encuentran plenamente documentados en algunos registros ubicados en el Archivo General de Centroamérica, el cual uno de ellos expresa a través de un bando publicado el 18 de diciembre de 1742 la orden de colocar faroles y decoraciones con motivo de celebrar el aniversario del nacimiento del Rey Felipe V[2]
Asimismo, durante el siglo XIX las luminarias aparecen vigentes con un matiz peculiar en este tipo de manifestaciones de carácter civil, tal como el que se llevó a cabo por parte del Noble Ayuntamiento de la Ciudad de Guatemala en virtud de la restitución al trono real de Fernando VII, encendiéndose luminarias las noches del 12 y 13 de mayo de 1821[3]
De hecho, no podemos obviar las luminarias que se realizaron el 15 de septiembre de 1821 y en Marzo de 1847. El primero evocaba la emancipación política de España con el Antiguo Reino de Guatemala por cuyo proceso se decidió por parte del cabildo metropolitano de aquel entonces lanzar salvas de artillería y hacer tres días de iluminación los cuales aparecen escritos en el acuerdo 18 del acta de independencia firmado dentro del Real Palacio de la Plaza Mayor[4]. El segundo se encontraba inscrito dentro del régimen conservador al momento de darse la fundación de la república el 21 de marzo de 1847 por el General Rafael Carrera y Turcios.
De esta manera, esta manifestación se traduce en primer lugar al carácter hegemónico español que fecundaba su poder por medio de estas celebraciones en las cuales las colonias americanas, especialmente la Capitanía General de Guatemala, se sometían a realizarlas con tal preeminencia hacia la familia real monárquica; y por otro lado, la idea quedó insertada en el suelo guatemalteco incluso en acontecimientos como los que se efectuaron en 1847 con el nacimiento de una unidad nacional republicana.
Por otro lado, el orden religioso es el que le da nombre a este acto y la denomina como “La Quema del Diablo” la cual constituía para esta expresión popular, la víspera de la Inmaculada Concepción -7 de Diciembre- la cual para el siglo XVIII se ve establecida de manera formal hasta nuestros días como el triunfo de María frente al demonio al ser ella la escogida para engendrar al Salvador del Mundo.

Durante el último tercio del siglo XVIII, existen inventarios que nos hablan precisamente del total de la cera consumida durante la iluminación para la antesala de la Virgen de Concepción. Dichos documentos refieren a la instalación de la ciudad en su nuevo asentamiento –la Nueva Guatemala de la Asunción- donde las luminarias efectivamente se llevaron a cabo el 7 de diciembre para anteceder la víspera de estas fiestas.
Cabe señalar que las luminarias eran colocadas en los edificios públicos, templos y casas de habitación y su confección exigía gastos considerables, de tal forma que estaban al alcance de una élite económicamente poderosa.
Existen también algunas otras atribuciones que han oscilado en torno a esta celebración, la cual afirma que la quema de figuras durante el siglo XVII se basaba en la necesidad de alumbrar el paso del rezado de la Virgen de Concepción por las calles debido a la carencia de alumbrado público que había para ese momento. Sin embargo, no se puede hablar aún de la incineración de figuras que representan a este ente maligno, debido que su aparición sobresale a partir del siglo pasado por medio de piñatas de diferentes proporciones.
Es necesario acotar brevemente la presencia del rezado guatemalteco el cual evoca una vinculación directa con los cortejos procesionales de pasión. Estos establecen una prolongación del sistema doctrinal de la iglesia hacia las calles a fin de complementar la evangelización que empezó a funcionar a partir de la llegada de los conquistadores en los primero años del siglo XVI.
El rezado como tal, ya lo describe el cronista Fray Francisco Vásquez a finales del siglo XVII, narrando como la muchedumbre se acercaba de lado a lado para acompañar a la Sagrada imagen de la Virgen de Concepción desde su altar que residía dentro del templo conventual de San Francisco en Santiago de Guatemala, que con tanta mesura y devoción también se principiaba a entonar los cantos propios de la liturgia de esta festividad[5]
En ese sentido, el rezado de la Inmaculada Concepción se debe al mismo tiempo a la propagación del culto que a partir del siglo XVI los frailes franciscanos habían comenzado a emplear en el Valle de Almolonga y posteriormente en Panchoy a través de una de las cofradías más antiguas fundadas en Santiago de Guatemala como bien lo afirma Domingo Juarros en el siglo XIX: “pasan de 30 cofradías en la Ciudad de Guatemala, pero no intentamos dar razón, sino es de las más famosas (…) la primera de que se tiene noticia es la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, de ella hacen mención los cabildos que tuvo el Noble Ayuntamiento de esta ciudad en 27 de noviembre de 1537, en 1530 y 1534[6].

Virgen de la Inmaculada Concepción del Santuario Arquidiocesano del Señor San José
Con los datos expuestos, bien podríamos deducir que la Quema del Diablo en Guatemala se infería precisamente en la celebración que establecía la Iglesia Católica para exaltar la figura de la Inmaculada Concepción desde los primeros años de dominación hispánica, cuya tradición fue fomentada primordialmente por la orden franciscana y después desplegada por todos los sectores sociales del reino principalmente desde el núcleo de la iglesia católica.
Como actualmente se sabe, la quema del diablo constituye un hecho de carácter folclórico que ha tomado gran vigor hasta ahora en varios puntos del territorio nacional tales como Villa Nueva, San Pedro y San Juan Sacatepéquez, Antigua, San Marcos, y otros puntos del país donde las 6 de la tarde del 7 de Diciembre se convierte en un verdadero espectáculo para los habitantes de estas localidades, quienes aprecian entre la pirotecnia y la algarabía como las llamas consumen las grandes obras de piñaterías que encarnan al demonio personalizados con aditamentos cómicos y satíricos de la vida política del país, tal como sucede en Antigua Guatemala cuando se coloca una de estas figuras con cartelas o accesorios que enlazan las ineficiencias del gobierno actual y que genera un efectismo verdaderamente abismal en los habitantes de ese lugar.

Pero en algunos puntos de Latinoamérica como Colombia, tanto en Bogotá como en Bucaramanga, las luminarias se realizan cada 7 de diciembre en horas de la noche colocando faroles en las ventanas de las distintas casas particulares de estos sitios. Aunque son lugares bastante distanciados de Guatemala, su rito nos puede mostrar plenamente esa permanencia histórica con la cual las luminarias se llevaron a cabo en Guatemala durante toda la época colonial hasta finales del siglo XIX.
Tal práctica mostró gran decadencia a partir de la década de 1970 a 1980 cuando muchos habitantes comenzaron a realizar hogueras con desechos de la basura con tal de mantener viva esta costumbre. Sin embargo, este proceso desencadenó críticas muy fuertes por parte de algunos sectores del país lo cual ocasionó en ese momento una alternativa inmediata con la elaboración de “diablitos” por artesanos piñateros a fin de evitar la propagación de estas fogatas con residuos tóxicos que ocasionaban un alto índice de contaminación ambiental para la ciudad.
Si bien es cierto muchas familias realizan con cautela estas fogatas con recursos que se asocian de acuerdo a su estrato social en ausencia de una piñata de estas, las probabilidades que se pueden generar de contaminación al medioambiente por la quema de estos materiales son demasiado altas. Por lo tanto, las autoridades sanitarias sugieren abstenerse de realizar este tipo de actividades con tales componentes debido al riesgo que provocan para la salud de los ciudadanos; especialmente la de niños(as) y adultos mayores; así como la preocupación por los cambios climáticos los cuales se han acelerado recientemente de una manera impresionante.

Sería difícil evitarlo, pues el largo andamiaje que mantiene esta tradición se encuentra enlazado con las afirmaciones que recitan muchas de las generaciones pasadas, las cuales resaltan que la quema del diablo a través de este tipo de materiales y objetos viejos albergados en las casas significa la expulsión de malas energías, los recuerdos desagradables dentro de la familia y por supuesto, la espera de la Fiesta de la Virgen de Concepción la cual mantiene un peso solemne de más de cuatro siglos de antigüedad.
Para el guatemalteco(a) especialmente el católico consagrado; cada 7 de diciembre a las 6 de la tarde además de reflexionar sobre el triunfo de María frente al demonio como símbolo de ser ella la escogida por Dios para concebir a su hijo único, Jesús; este momento también representa uno de los instantes en donde el pueblo de Guatemala se siente fervoroso con este tipo de tradiciones; tal como lo describe Ramón A. Salazar: “Al oir de lejos los ecos de aquel pueblo entusiasmado, cualquiera habría comprendido que ese pueblo pasaba por una de sus horas felices”[7]

No podemos perder de vista, que concluyendo el 7 de diciembre, la colocación de colgaduras en los balcones, los cortinajes, las alfombras de flores y las bombas voladoras indican la llegada del Día Clásico de Guatemala – 8 de Diciembre- con el antiguo rezado de la Imagen tutelar de la Virgen de Concepción del Templo Histórico de San Francisco quien sale a recorrer la Ciudad de Guatemala con gran pompa y elegancia a la espera de su pueblo que la recibe con mucha devoción año con año; al igual que los siguientes rezados de las Inmaculadas que imparten sus bendiciones desde este día hasta Enero de 2023, para lo cual se espera en esta ocasión un aura muy especial por aquellas personas que han dado nombre y forma a estas actividades propias del ciclo final del año en curso, dado que su contenido nunca ha sido anónima sino más bien ha sido construido por hombres y mujeres que han aportado a la tradición piadosa popular nuevos elementos y mecanismos para fomentar estas costumbres ancestrales, desde la Quema del Diablo hasta la presentación del Niño en el templo el 2 de Febrero.

Fuentes primarias y bibliográficas consultadas.
AGCA A.1.71.3 Leg 1510 Folio 10.
AGCA A1.71-1 Leg.1508, Folio 34.
Acta de declaración de Independencia de las Provincias Unidas de Centroamérica dado el 15 de Septiembre de 1821. AGCA -A1-6941-1821-57780-0000 Legajo 6941. Expediente 57780
Álvarez, Miguel Alfredo. Tesis Aproximación etnográfica e histórica de las tradiciones populares en Navidad en el Departamento de Guatemala. Publicado en la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Guatemala. Año de 1980
Juarros, Domingo. Compendio de la Historia de la Ciudad de Guatemala, Tipografía Nacional, Guatemala. 1936, pág 142.
Salazar, Ramón A. Tiempo Viejo, Recuerdos de mi Juventud, Editorial del Ministerio de Educación Pública, Guatemala, Año de 1957
Vásquez, Fray Francisco. Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús en Guatemala, Biblioteca Guatemala, Tipografía Nacional, Guatemala. 1937. Pág 254.
[1] Álvarez, Miguel Alfredo. Tesis Aproximación etnográfica e histórica de las tradiciones populares en Navidad en el Departamento de Guatemala. Publicado en la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Guatemala. Año de 1980. Página 18.
[2] AGCA A1.71-1 Leg.1508, Folio 34.
[3] AGCA A.1.71.3 Leg 1510 Folio 10.
[4] Acta de declaración de Independencia de las Provincias Unidas de Centroamérica dado el 15 de Septiembre de 1821. AGCA -A1-6941-1821-57780-0000 Legajo 6941. Expediente 57780
[5] Vásquez, Fray Francisco. Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús en Guatemala, Biblioteca Guatemala, Tipografía Nacional, Guatemala. 1937. Pág 254.
[6] Juarros, Domingo. Compendio de la Historia de la Ciudad de Guatemala, Tipografía Nacional, Guatemala. 1936, pág 142.
[7] Salazar, Ramón A. Tiempo Viejo, Recuerdos de mi Juventud, Editorial del Ministerio de Educación Pública, Guatemala, Año de 1957. Pag 46.
La reproducción de retratos de la Virgen del Rosario del Templo de Santo Domingo en Guatemala, durante el Siglo XVIII
En un paréntesis, de boca en boca, el devoto y la devota ha hecho de este mes una espera singular para volver a observar a Nuestra Señora del Rosario tan querida por nuestros padres, abuelos y bisabuelos este próximo sábado 29 de Octubre del 2022 que, a comparación de las otras pocas veces que se le ha visto recorrer esta traza urbana de la Ciudad de Guatemala, todavía y con infinita algarabía sigue seduciendo el corazón del guatemalteco(a) por medio de su maravillosa e imponente escultura fundida en plata pura que preside el altar mayor del templo de Santo Domingo; esto con el propósito de volver a ser cobijados por el manto cálido y materno de Nuestra Señora, dueña del suelo guatemalteco y predecesora de generaciones pasadas que recobran su protagonismo al exaltar o empobrecer los diferentes episodios de nuestra historia a lo largo del tiempo anclados en esta expresión mariana cumbre del arte nacional.

Retrato dieciochesco de la Virgen del Rosario situada en FUNBA Guatemala.
Bajo el enunciado que encabeza este artículo, debemos detenernos a cuestionar lo siguiente: ¿Cómo fue posible la consolidación de la Virgen del Rosario en la historia, el arte y la cultura del pueblo guatemalteco desde su posible aparición alrededor de 1580? La valoración patrimonial que porta esta insigne imagen, la ha hecho acreedora de diferentes expresiones de fé las cuales se han ido adaptando en las entrañas del contenido artístico que provino de Europa con la llegada de los primeros misioneros instalados en estas tierras.
De esa cuenta, la aplicación de las artes de primer orden como la pintura, fueron un punto focal para el desenvolvimiento de nuevas formas de pensar y comprender el mundo culturl y devocional que comenzaba a mecanizar los atributos de las principales advocaciones de María reveladas en apariciones originadas desde el medievo en Europa.
Con éxito, la pintura –principalmente- logró reforzar estos elementos y dotarlos de gran exuberancia especialmente en el siglo XVIII, tiempo en el que la corriente barroca adoptó sus más amplias experiencias de plasmar un argumento que va más allá de una mera contemplación, sino también de una idea que sugiere una dinámica interesante entre la obra de arte, la sociedad y el culto. La Virgen del Rosario de los padres dominicos de la Ciudad de Santiago de Guatemala, fue un instrumento claro para establecer esa amalgama de factores que incluían estos vínculos y que reformarían en su veneración un alto grado de preferencia entre los devotos que pasaban a adorarla en su capilla decorada con lámparas de plata y con ardiente luz perpetua tal y como cita la crónica de Tomás Gage en su Viaje por Nueva España que data del siglo XVII[1]

Miniretrato óleo sobre tela de la Virgen del Rosario de Santo Domingo. Realizado por el artista Juan Pablo Juárez. Colección Privada.
La larga permanencia de la Santísima Virgen del Rosario en su entorno social fue favorecida a partir de los pocos retratos pictóricos localizados que comenzaron a circularse con mayor actividad a partir de todo el siglo XVIII, cuyas obras artísticas muestran por un lado el avance portentoso en la habilidad de los pintores de Santiago para realizar estas creaciones y, por otro lado evidencian la idealización de la figura de la Virgen María con el niño Jesús dormido en brazos portando el artefacto de mayor representación que le confiere la advocación a esta devoción mariana: el rosario.
Es necesario señalar antes, que la pintura muestra un momento preciso de la sociedad que la creó. Posee múltiples aspectos que determinan si es o no una pieza de orden significativo, reflejo del sentimiento, la expresión, la visión social y étnica de la sociedad que la generó[2]
Muestra de tal manera la devoción como parte del ritual que se desarrolló para entonces, visualizando las diferencias étnicas, socioeconómicas y la compleja conformación de una sociedad en la que convivieron espíritu, identidad y razón de españoles, indígenas, negros, mestizos y criollos, tejiendo leyendas, mitos y tradiciones que enlazaron a los grupos de ayer, y pueden ser hoy puntos básicos para iniciar la comprensión del nacimiento de diferentes retratos que empezaron a importarse desde Europa a América desde el Siglo XVI.

El alcance artístico de las nuevas oleadas de pintores nacionales que replican la majestuosa escultura de la Virgen del Rosario de Santo Domingo. Obras de Juan Pablo Juárez. Colección Privada.
En el retrato, surge una nueva forma en el contenido y en la técnica pictórica de la obra. Se generalizó el uso del óleo y el lienzo, lo que da lugar a cuadros de grandes dimensiones mayor que los de tablas que se adaptan a las grandes proporciones de los edificios e iglesias barrocas de Europa.
Los temas para ese entonces reflejaban el naturalismo y el realismo con un afán de movimiento y gusto por el efectismo, donde la luz -como elemento indispensable para la pintura- tiene gran importancia porque crea planos de iluminación y de sombra con efecto de aire luminoso.
Esta forma de pintar se extiende por toda Europa y es asimilada por las escuelas de otros países del nuevo continente incursionadas en epicentros hispanoamericanos como el caso de Nueva España, el Cusco y el Reino de Guatemala; a quienes se les reconoce la calidad de sus obras por que han arrebatado la vista de todos los grupos sociales existentes desde la colonia hasta ahora, con su habilidad para recrear escenarios inéditos y con mensajes sumamente capaces de atraer la atención que se desea inferir en la mente de quien observa la obra.

Pintura sobre vidrio que muestra a la Virgen del Rosario con sus aditamentos originales anterior a la ruina de 1773 en Santiago de Guatemala. Nótese la capa brocada cargada de hombros a pies que posee Nuestra Señora y los rasgos fisonómicos de la obra que inclinan el análisis de su posible hechura en manos de un pintor local criollo.
Si bien es cierto el tema del retrato devocional durante el periodo de esplendor barroco en Guatemala no ha sido tratado con mayor impulso en un estudio serio en la actualidad, las pocas fuentes visuales localizadas, permiten establecer nexos de aproximación, contemplación, asimilación y análisis en cuanto a la incorporación pictórica de una escultura de plata que motiva la devoción en la Virgen del Rosario y por cuya hechura, se despliega una devoción altamente arraigada en los habitantes de Santiago de Guatemala posterior a la fundación de un grupo encargado de la difusión del rezo del Santo Rosario establecida el 01 de Noviembre de 1559 por el entonces Obispo de Guatemala Francisco Marroquín.
El cuidado y la especial atención dada en la Virgen del Rosario provocó la reproducción de estas manifestaciones artísticas con dos posibles y quizá principales premisas: por un lado reivindicar la presencia poderosa de la Virgen del Rosario como mujer protectora y como madre que abraza la evangelización en los pueblos invadidos por los españoles y; por otro lado crear un sentido de identificación social religioso a través de esta simbólica imagen que, como se señalaba anteriormente, está elaborada con plata en tamaño natural lo que la distingue sobre otras imágenes, constituyéndose como una obra de arte de la orfebrería y de la escultura colonial única y exclusiva que no es común poder observar frecuentemente con otras efigies de la era hispánica del continente americano, como el caso de la Virgen del Rosario del altiplano sur de Bolivia en Copacabana.

Retrato de Nuestra Señora ubicada en la colección del Museo de Arte Colonial de Antigua Guatemala. Posiblemente, esta pintura muestra la aparición histórica de la desaparecida imagen de «La Dómina» que sirvió de molde para realizar la nueva imagen de plata que ahora poseen los dominicos en la Nueva Guatemala de la Asunción, ya que en este óleo no se presenta a la Virgen sujetando su rosario dado que Fray Lope de Montoya colocó este objeto como exvoto tiempo después de hacer su petición a los plateros Medina, Bozarráez y Almaina para esculpir y fundir una Virgen del rosario para su convento.
La introducción devocional del retrato en Guatemala, según afirmaba Haroldo Rodas, causó un impacto social que muchas veces sobrepasaba el orden material siguiendo un patrón artístico generado con un efecto pujante desde mediados del Siglo XVII hacia todo lo largo y ancho del XVIII[3]. Cabe resaltar en ese sentido, la iconografía de la Virgen del Rosario exhibida en estos retratos que la representa como una madre tierna con el niño Jesús dormido en su brazo izquierdo y en la otra mano sujeta delicadamente el rosario. Un manto o capa brocada que cae desde sus hombros hacia el suelo con corona y halo celestial custodiado por ángeles y una media luna menguante que se posa sobre sus pies son los elementos sustanciales que también aparecen dibujados en cada uno de estos lienzos.
Con esto último, hay que destacar que para 1571, la famosa Batalla de Lepanto tomó como especial referencia a la Virgen del Rosario quien, para ese momento fue llamada Nuestra Señora de las Victorias debido al triunfo que generaron los estados pontificios, el reino de Venecia, Italia y España -encarnada en la monarquía de Felipe II- frente a los ejércitos turcos del imperio otomano quienes deseaban mitigar el cristianismo europeo. Posteriormente, en 1572 Gregorio XIII cambia la advocación de Virgen de la Victoria a Virgen del Rosario instituyendo su fiesta titular el 07 de octubre de cada año recordando esta victoria acaecida un año antes.
Los lienzos pintados de la Virgen del Rosario van desde las colecciones domésticas y otras pocas encontradas en el suelo centroamericano; hasta las albergadas en los bienes patrimoniales de la actual basílica de Santo Domingo de la Nueva Guatemala de la Asunción y una en particular mencionada por la Doctora Josefina Alonso y publicada en su libro del Arte de la platería en Guatemala, ubicada en la puerta principal del Sagrario de la iglesia de Esquipulas, representa los atributos originales de la Virgen del Rosario anterior al desastre del terremoto ocasionado en 1773 en Santiago de Guatemala. Es por tanto, una de las referencias visuales históricas obligadas para su análisis con las cuáles podemos patentizar en este artículo, su regulación pero al mismo tiempo la preocupación que oscila en ello al no contar con suficiente información publicada sobre quien elaboró estas obras y que implicaciones existieron para poner en vigencia a lo largo del siglo XVIII la realización de estas creaciones entorno a la Virgen de los padres dominicos.
También, para el caso de Honduras, encontramos el retrato de aparato de la Virgen del Rosario, Patrona de Guatemala, que –según Fernando Urquizú- forma parte de los bienes patrimoniales de la Villa de San Antonio en la ciudad de Tegucigalpa, firmada por el artista José Miguel Gómez y registrada por el historiador Mario Felipe Martínez; cuya obra muestra una mujer delicada cargando al Niño Jesús quien duerme tiernamente, pero que al mismo tiempo ayuda a María a sujetar entre sus manos el rosario[4]
Otras de estas representaciones las encontramos en el óleo sobre tabla situada originalmente en la puerta del camerín de la Santísima Virgen del Rosario dadas sus propiedades geométricas con peculiar forma en arco de medio punto. Algunas más resguardadas en colecciones particulares como la de Fundación Nacional para las Bellas Artes y la Cultura –FUNBA- ubicada en Antigua Guatemala, muestra una exquisita ejecución en la obra bajo los signos iconográficos e iconológicos de la Virgen del Rosario que hoy se venera en Santo Domingo de la Capital, totalmente influenciada por el barroco.

Retrato óleo sobre tabla Virgen del Rosario. Originalmente, esta se encontraba en la puerta del camerín de la Santísima Virgen debido a la forma de estilo en arco de medio punto.
La iconografía plástica y pictórica de la Virgen del Rosario logró aderezarse con otras imágenes que también fueron reproduciéndose en retratos tales como la imagen del Nazareno del convento de las Mercedes, Nuestra Señora de las Mercedes del mismo convento que lleva su nombre, la Virgen del Socorro y del Cristo Negro de Esquipulas de los pobladores chort´is en Chiquimula, quienes refrendaron su presencia como uno de los pilares espirituales con más antigüedad y fervor en su círculo social, al tiempo que también ejercía un poder local de las imágenes por medio de estas representaciones en la pintura que comenzaron a transitar en el siglo XVIII y posteriormente, con grabados y estampas que se dieron especialmente con Jesús de la Merced durante el siglo XIX.
Seguramente, al ver en el dintel de la puerta a la gloriosa y omnipotente imagen de la Virgen del Rosario este próximo 29 de Octubre, traeremos a colación todas esas representaciones de la pintura colonial que ponen de manifiesto la convicción, el interés social y la estética imprescindiblemente barroca que fue trascendiendo en el espacio y en el tiempo alrededor de la Virgen, expresándose ahora con las nuevas actualizaciones del programa divulgativo de estampas y afiches en Full Color que muchos de los fieles portan en sus hogares, puestos de oficina entre otros; para ejemplificar ese acercamiento de la obra visual frente al feligrés familiarizado por ese papel de elevación espiritual que hunde sus raíces claramente en el barroco dieciochesco y en la identidad de un pueblo que acrecentó paulatinamente su fervor en una imagen mariana como la Virgen del Rosario.
En ese sentido, vale la pena mencionar la labor de las nuevas generaciones del siglo XXI dotadas de gran conocimiento por aproximarse en la Virgen del Rosario con todas sus cualidades artísticas e históricas, las cuales comienzan a generar una producción de obras pictóricas que retratan el modelo singular de Nuestra Señora que ha estado insertada en el ideario colectivo del guatemalteco, con efectos de la autodidáctica y la tecnicidad constante para desarrollarlas con gran perfección y acabado desde el siglo XVIII hasta hoy, tales como las pinturas retratistas del joven Artista guatemalteco Juan Pablo Juárez, a quien se le atribuyen algunas de estas creaciones presentadas en este artículo.
Por lo tanto, nuestras devociones aún siguen funcionando con toda el virtuosismo y la extremada carga de elementos propios de la tendencia barroca que a tal punto, fomentan la conciencia en admitir que la Virgen del Rosario al ser un emblema escultórico importante para la preservación del patrimonio tangible e intangible del país, también es aceptada, reproducida, transmitida, valorada y resguardada por quienes han sido sus encargados y devotos desde que fue esculpida y fundida –según la Doctora Josefina Alonzo de Rodríguez- por los tres discípulos del platero sevillano Andrés Revolledo. Nicolas de Almaina, Pedro de Bozarráez y Lorenzo de Medina[5].

Esta es una pintura retrataría de la Virgen del Rosario ubicada en la Villa de San Antonio en Honduras. Créditos derecho de autor.

Escrito por: Ángel Ricardo Román Contreras,
Estudiante de Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala
Fuentes Bibliográficas
Alonso de Rodríguez, Josefina. Libro El Arte de la platería en la Capitanía General de Guatemala Volumen II, Editorial Universitaria, Guatemala. Año de 1980.
Gage, Tomás. Los Viajes por Nueva España, Volumen XVIII, Biblioteca Goathemala de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, Guatemala C.A. Año de 1946, Pág. 181
Montaner, Emilia. Artículo “Aspectos devocionales en la imagen del barroco”. Editada por CRITICON en Salamanca, España. Año de 1992. Página 24
Rodas Estrada, Haroldo. Artículo “El Retrato pictórico devocional como reflejo de etnicidad y la sociedad hispánica en Centroamérica”, Revista Electrónica de Historia del Congreso Centroamericano de Costa Rica, Año 2008. Sitio web para su correspondiente consulta http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
Urquizú, Fernando y Carrasco, Nelson. Artículo “Análisis iconográfico e iconológico de la Catedral de San Miguel de Tegucigalpa”. Revista Estudios digital 10, Año 4, No. 10 Publicado en Noviembre de 2016
Referencias
[1] Gage, Tomán. Los Viajes por Nueva España, Volumen XVIII, Biblioteca Goathemala de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, Guatemala C.A. Año de 1946, Pág. 181
[2] Montaner, Emilia. Artículo “Aspectos devocionales en la imagen del barroco”. Editada por CRITICON en Salamanca, España. Año de 1992. Página 24
[3] Rodas Estrada, Haroldo. Artículo “El Retrato pictórico devocional como reflejo de etnicidad y la sociedad hispánica en Centroamérica”, Revista Electrónica de Historia del Congreso Centroamericano de Costa Rica, Año 2008. Sitio web para su correspondiente consulta http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm.
[4] Urquizú, Fernando y Carrasco, Nelson. Artículo “Análisis iconográfico e iconológico de la Catedral de San Miguel de Tegucigalpa”. Revista Estudios digital 10, Año 4, No. 10 Publicado en Noviembre de 2016. Pág. 20
[5] Alonso de Rodríguez, Josefina. Libro El Arte de la platería en la Capitanía General de Guatemala, Editorial Universitaria, Guatemala. Año de 1980.
Una corona de rosas para la Virgen
Se acerca el mes de octubre, mes dedicado especialmente a la Virgen del Rosario y lo primero que se nos viene a la mente es organizar una visita a la Basílica menor de Nuestra Señora del Rosario, templo de Santo Domingo. Como ya es tradición de muchos guatemaltecos, en el mes de octubre vemos esa larga fila que se va formando con el pasar del día para poder subir a venerar a nuestra madre en su camarín al centro del altar mayor.
El mes de Octubre se propaga especialmente el rezo del Rosario, esto debido a que en el 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla naval de Lepanto, cuando la cristiandad era amenazada por los turcos. Ante el inminente peligro, el Papa San Pío V pidió días antes a los fieles que rezaran el rosario pidiendo por las fuerzas cristianas. Al conocerse la noticia de la victoria de la batalla, se instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre. Un año después Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre.

Santísima Virgen del Rosario
El mes de Octubre es una oportunidad para los católicos de crecer en amor y devoción a nuestra Madre, a través de propagar el rezo del Rosario con nuestra familia o amigos cercanos, es un buen momento para realizar romerías e ir a visitar a nuestra Madre a la basílica de Nuestra Señora del Rosario o a cualquier Santuario o lugar donde sea venerada una imagen de la Virgen. La palabra romería viene de «romero», tal y como se designaba a las personas que peregrinaban a Roma. Después, el significado se extendió y en la actualidad una romería es la visita a un santuario de la Virgen María.
Las romerías consisten en rezar tres partes del Rosario: una, en el camino de ida; otra parte que se reza en el santuario o ante la imagen de Nuestra Señora que se ha ido a visitar, aquí se rezan los misterios del día y las letanías; y la tercera, en el camino de regreso.

Santísima Virgen del Rosario, fotografía Pablo Cheley
¿Cómo se reza el Rosario?
Para empezar:
V/ . Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Amén.
V/ . Abre Señor mis labios,
R/. y mi boca cantará tu alabanza.
V/ . Dios mío, ven en mi auxilio,
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
V/ Gloria al Padre, al hijo y al Espíritu Santo
R/ Como era en un principio, ahora y siempre; por los siglos de los siglos. Amén.
Rezo de los misterios:
Se consideran los misterios correspondientes al día de la semana en que estemos, estos se van considerando uno a uno. Se menciona el primero y se reza un Padre Nuestro, 10 Aves María y un Gloria.
Después de cada misterio se reza la siguiente jaculatoria:
María, Madre de Gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

MISTERIOS GOZOSOS
Lunes y sábados
1°. La Encarnación.
2°. La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel.
3°. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.
4°. La Purificación de Nuestra Señora.
5°. El Niño perdido y hallado en el Templo.

MISTERIOS DOLOROSOS
Martes y viernes
1°. La oración en el huerto.
2°. La flagelación del Señor.
3°. La coronación de espinas.
4°. La Cruz a cuestas.
5°. Jesús muere en la Cruz.

MISTERIOS GLORIOSOS
Miércoles y domingos
1°. La Resurrección del Señor.
2°. La Ascensión del Señor.
3°. La venida del Espíritu Santo.
4°. La Asunción de Nuestra Señora.
5°. La Coronación de María Santísima.

MISTERIOS LUMINOSOS
Jueves
1º. El Bautismo del Señor.
2º. Las bodas de Caná.
3º. El anuncio del Reino de Dios.
4º. La Transfiguración del Señor.
5º. La institución de la Eucaristía.
Para finalizar:
Luego de rezar los 5 misterios del día se continúa con las 3 Aves Marías:
– Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, llena eres de gracia…
– Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo, llena eres de gracia…
– Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo, llena eres de gracia…
Letanías:
V/ . Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
V/ . Cristo, ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad.
V/ . Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
V/ . Cristo, óyenos.
R/. Cristo, óyenos.
V/ . Cristo, escúchanos.
R/. Cristo, escúchanos.
V/ . Dios, Padre celestial,
R/. ten misericordia de nosotros.
V/ . Dios Hijo, Redentor del mundo,
R/. ten misericordia de nosotros.
V/ . Dios Espíritu Santo,
R/. ten misericordia de nosotros.
V/ . Trinidad Santa, un solo Dios,
R/. ten misericordia de nosotros.
V/ . Santa María,
R/. ruega por nosotros. (se repite luego de cada letanía Mariana)
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la misericordia,
Madre de la divina gracia,
Madre de la esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
V/ . Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/. perdónanos, Señor.
V/ . Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/. escúchanos, Señor.
V/ . Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R/. ten misericordia de nosotros.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.
V/ . Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de su resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Escrito por María Fernanda Barrios
Madre de la República de Guatemala: El papel del funcionario público para honrar a Nuestra Señora del Rosario de Santo Domingo en octubre de 1840
La devoción a Nuestra Señora del Rosario, patrona titular de la Basílica Menor que se encuentra en la Nueva Guatemala de la Asunción, ha sido un referente ideal para el católico del siglo XXI. Sin embargo, su devoción se encuentra arraigada desde la famosa “Batalla de Lepanto”, cuando la misma Virgen María se aparece alentando a los combatientes cristianos a derrocar a los infieles turcos el 7 de octubre de 1571. Consecuentemente, a esta advocación mariana se le llamó “Nuestra Señora de las Victorias”, y posteriormente, esta se transforma en Nuestra Señora del Santísimo Rosario, gracias al pujante emprendimiento religioso de la orden de predicadores de Santo Domingo de Guzmán desde 1216.
Cofradía e imagen, son dos concepciones tan propias del periodo hispánico que están presentes de manera constante en Guatemala desde el siglo XVI, cuando la empresa espiritual de la conquista penetró en las tierras del Nuevo Mundo hacia los nativos de esta región. La cofradía no siempre tuvo las mismas funciones a lo largo de los diferentes contextos, debido a las coyunturas políticas y económicas que dictaminaron cada periodo de estudio.

Santísima Virgen del Rosario
Las cofradías en el periodo de dominación hispana, eran asociaciones laicas católicas cuyo fin principal era llevar a cabo obras piadosas y de caridad entre sus semejantes, congregadas en torno a un santo titular, y que eran vistas por las autoridades religiosas como un instrumento clave para consolidar la fe cristiana. Entre sus actividades se encontraban: sufragar gastos de entierros de sus cofrades inscritos, preparar y realizar las procesiones, rogar por la salud de las almas y las oraciones comunitarias[1].
Para la Ilustración, el traslado de la antigua urbe de Santiago de los Caballeros a la Nueva Guatemala en las postrimerías del Siglo XVIII, significó una decadencia en la influencia de las cofradías. Aun así, las autoridades civiles todavía las seguían respetando, debido a la pujante religiosidad que ostentaban las principales élites de la Ciudad la cual provocó una reivindicación directa en el mecanismo de poder para el séquito de la iglesia católica. En Madrid como en América, las cofradías habían sido relegadas a un tipo de actividad popular, devocional y cultural de acuerdo a la incorporación de la nueva solidaridad de las clases subalternas sujetas a la cofradía. Cabe destacar otro factor importante siendo el cambio de mentalidades en la sociedad, trayendo como consecuencia la secularización que se cristalizó en el siglo XIX y simultáneo a ello, impulsó la superación del miedo hacia la muerte. En síntesis, es evidente que hay un alejamiento de los modelos barrocos y contrarreformistas que lentamente se disipan en el ideario social de esa época[2].
De esta cuenta, revisando la historia de la devoción guatemalteca, el historiador Miguel Álvarez Arévalo, realiza un esbozo sobre la historia colonial de la Santísima Virgen del Rosario del templo de Santo Domingo de la ciudad de Guatemala, iniciando la línea temporal a partir del siglo XVI. Álvarez Arévalo cita a la doctora en historia, Josefina Alonso de Rodríguez, quien ubica la presencia de Nuestra Señora del Rosario en el año de 1580, cuando aparecen los plateros Lorenzo de Medina, Nicolás Almaina y Pedro de Bozarráez, discípulos del maestro sevillano Andrés de Revolledo[3].
Por su parte, el historiador Fernando Urquizú, en su artículo “A los pies de Nuestra Señora del Rosario”, indica por medio de la crónica del presbítero Domingo Juarros la existencia de la cofradía del Rosario de españoles, siendo esta la tercera fundada en la Capitanía General con fecha 01 de noviembre de 1559 en manos de su fundador Francisco Marroquín, primer obispo del Reino de Guatemala personaje histórico que exhorto la devoción del Santísimo Rosario de Nuestra Señora por medio de la orden dominica habitada en el Valle de Panchoy en ese momento[4].

Santísima Virgen del Rosario
Más adelante, el establecimiento de la naciente República de Guatemala, la cual estaba bajo los efectos caudillistas del General Rafael Carrera a partir de 1840, no solamente fue una década tumultuosa llena de dificultades, de intrigantes políticas y alianzas fugaces; sino que también significó la transición del dominio liberal al bando conservador. La facción conservadora que ahora ocupaban los cargos institucionales gubernamentales, estaban también conformados por una fuerte alianza con los intereses de la elite capitalina, a su vez, mermados de intereses mercantiles, terratenientes y militares[5].
El partido estaba cimentado en bases tradicionales para el establecimiento del orden económico, político y social, apoyado fuertemente por el clero con una participación importante. Las relaciones Iglesia-Estado eran estrechas, cada una dependía del otro para funciones importantes. Los sermones de la época estaban muy apoyados en un discurso antagonista hacia las ideas liberales que propició la Independencia criolla de 1821[6].
Bajo el régimen conservador, la Iglesia recobró la posición poderosa que había tenido anterior a la Independencia y se había vuelto una institución terrateniente importante, ya que tenía tierras en propiedades rurales como urbanas, y la vida religiosa se había vuelto un baluarte en todos los aspectos de la vida cotidiana. La Iglesia estaba conformada por las personas que pertenecían por líneas de sangre a la elite conservadora de la ciudad. Los conservadores decretaron el retorno de las ordenes religiosas que fueron expulsadas durante el periodo liberal, así como sus instituciones de antiguo régimen[7].

Santísima Virgen del Rosario
En ese hilo conductor, algunos documentos localizados de la década de 1840 reafirman la idea sobre el retorno al poder de la Iglesia y sus relaciones con el Estado. Para el 10 de octubre de 1840 se hizo una invitación a todos los funcionarios públicos para acompañar al “Supremo General” a partir de las nueve de la mañana en los actos de culto como “obsequio” hacia la Santísima Virgen del Rosario de la iglesia de Santo Domingo, firmado por Serceña, quien fue el Contador Mayor e Interventor de Tabaco y Aduanas[8].
Para 1840 se puede lograr determinar que la devoción a la Santísima Virgen del Rosario, no había tenido un decrecimiento sino al contrario, estaba plenamente vigente y había sobrevivido a la iconoclasia sufrida por las políticas libelares anticlericales que se dio durante los años 20´s y 30´s de las guerras independentistas. Durante el periodo conservador, el renacimiento del poderío de la Iglesia fue un factor que coadyuvó para que las elites que se encontraban dentro del clero como de las instituciones civiles reforzaran las festividades religiosas importantes, así como del presente caso de Nuestra Señora del Rosario, cuando los funcionarios políticos son invitados para asistir a los ritos propios del culto rendidos en favor a la escultura de plata de la Virgen del Rosario de Santo Domingo en el mes de Octubre de 1840.
Por Jorge Miguel Alvarado España / Estudiante de Historia, Escuela de Historia, USAC.
Fuente primaria:
AGCA, Asig. B, Leg.1195, Exp.29269. Fondo colonial. Fecha: 10 de octubre 1840: se solicita a los funcionarios públicos asistir a los cultos a Nuestra Señora del Rosario en la iglesia de Santo Domingo
Fuente secundaria:
Alvarez Arevalo, Miguel. «Nuestra Señora del Rosario de la Nueva Guatemala de la Asuncion .» Con olor a manzanilla, 2007: 13.
Martinez Aguilar, Jose Manuel. «Las cofradias novohispanas de Tzinzuntzan.» Scielo. 5 de junio de 2017. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-39292017000300011 (último acceso: junio de septiembre de 2022).
Romero Semper, Milagrosa. Las Cofradias de Madrid en el siglo XVIII. Madrid: Universidad Coplutense de Madrid, 1998.
Urquizu, Fernando. «A los pies de Nuestra Señora del Rosario.» Con olor a manzanilla, 2007: 12
Woodward Jr, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creacion de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: CIRMA; Serviprensa, 2011. pag.373-293
[1] Martinez Aguilar, Jose Manuel. «Las cofradias novohispanas de Tzinzuntzan.» Scielo. 5 de junio de 2017. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-39292017000300011 (último acceso: junio de septiembre de 2022).
[2] Romero Semper, Milagrosa. Las Cofradias de Madrid en el siglo XVIII. Madrid: Universidad Coplutense de Madrid, 1998.
[3] Alvarez Arevalo, Miguel. «Nuestra Señora del Rosario de la Nueva Guatemala de la Asuncion .» Con olor a manzanilla, 2007: 13.
[4] Urquizu, Fernando. «A los pies de Nuestra Señora del Rosario.» Con olor a manzanilla, 2007: 12.
[5]Woodward Jr, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creacion de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: CIRMA; Serviprensa, 2011. pag.373
[6] Woodward Jr, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creacion de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: CIRMA; Serviprensa, 2011. pag.393
[7] Woodward Jr, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creacion de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: CIRMA; Serviprensa, 2011. pag.389
[8] AGCA, Asig. B, Leg.1195, Exp.29269. Fondo colonial. Fecha: 10 de octubre 1840: se solicita a los funcionarios públicos asistir a los cultos a Nuestra Señora del Rosario en la iglesia de Santo Domingo.