Intención de oración del Papa para marzo

Intención de oración del Papa para marzo

El Papa Francisco ha dicho que su intención de oración para este mes de marzo es por las víctimas de abuso.

No basta con pedir perdón

“La Iglesia no puede tratar de esconder la tragedia de los abusos, sean del tipo que sean. Tampoco cuando los abusos se dan en las familias, en los clubs, en otro tipo de instituciones”. Por el contrario, el Papa deja claro que “la Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolverlos, sacarlos a la luz en la sociedad y en las familias”.

“Es la Iglesia la que tiene que ofrecer espacios seguros para escuchar a las víctimas, acompañarlas psicológicamente y protegerlas”.

El Sucesor de Pedro invita, pues, a orar por los que sufren a causa del mal recibido por parte de los miembros de la comunidad eclesial, “para que encuentren en la misma Iglesia una respuesta concreta a su dolor y sufrimiento”.

Francisco desde la Red Mundial de Oración su preocupación por las víctimas y la importancia de sacar a la luz los abusos.

El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, comentó que “en el Evangelio, Jesús, hablando desde lo más profundo de su corazón, dice: ‘Pero el que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al fondo del mar’ (Mt 18, 6-7).

«Es difícil encontrar palabras ante la aberración», es necesario dedicar más tiempo a la oración, como lo ha dicho San Ignacio de Loyola.

El Papa desea que toda la Iglesia Católica rece en este mes, por las víctimas de abusos de poder y de conciencia, y de abusos sexuales, para ‘despertar nuestra conciencia, solidaridad y compromiso con una cultura de la protección’ y luchar con determinación contra todo tipo y forma de abuso”.

La Red Mundial de Oración del Papa es una Obra Pontificia, que tiene como misión movilizar a los católicos por la oración y la acción, ante los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia. Estos desafíos se presentan en forma de intenciones de oración confiadas por el Papa a toda la Iglesia. Su misión se inscribe en la dinámica del Corazón de Jesús, una misión de compasión por el mundo. Fue fundada en 1844 como Apostolado de la Oración. Está presente en 89 países y la integran más de 22 millones de católicos. Incluye su rama de jóvenes, el MEJ – Movimiento Eucarístico Juvenil. En diciembre de 2020 el Papa constituyó esta obra pontificia como fundación vaticana y aprobó sus nuevos estatutos. Su Director Internacional es el P. Frédéric Fornos, SJ. Más información en: oraciondelpapa.va.

En este mes de marzo que recién comenzamos atendamos a la petición del Papa, recemos por las víctimas, por el cese de estas situaciones que hacen tanto daño.

Francisco: Con el diablo no se negocia.

Francisco: Con el diablo no se negocia.

Previo al rezo del Ángelus a partir del Evangelio del Primer Domingo de Cuaresma en el cual vemos como Jesús es tentado por el diablo el Papa Francisco nos recuerda la finalidad que el diablo tiene y está es dividir. Francisco inicia su mensaje recordándonos que Jesús antes de ser tentado, recibe el bautismo de Juan en el río Jordán, el padre le llama «mi Hijo amado» y el Espíritu Santo desciende sobre él en forma de paloma. De esta manera, afirma Francisco, el evangelio nos muestra a la santísima trinidad, las tres personas divinas unidas en el amor. Jesús dirá, agregó el Papa, que ha venido al mundo a hacernos participes de la unidad que existe entre él y el Padre. El diablo quiere apartar a Jesús del padre, quiere apartarlo de su misión de unidad para nosotros.

En su mensaje Bergoglio menciona que el diablo aprovechando la «condición humana de Jesús» encontrándose débil por el ayuno que durante cuarenta días ha mantenido, aprovechando esta situación, el diablo intenta aplicar en Él, tres «venenos» muy fuertes, para intentar detener su misión de unidad.  Francisco hace énfasis en estos tres venenos:  el apego, desconfianza y poder.

El diablo, afirma el Papa, intenta usar sobre Jesús, razonamientos persuasivos sobre el apego de las cosas y las necesidades, la desconfianza al padre y el poder en la tierra.

Al igual que lo intenta con Jesús, el diablo intenta aplicar en nosotros estos tres venenos, el apego a las cosas, la desconfianza a nuestro padre Dios y la sed de un poder vano, está tres tentaciones se presentan frecuentemente en nosotros, el diablo las emplea para dividirnos d padre y llevarnos a la soledad y la desesperación.

El papa Francisco nos invita a reflexionar el lugar que Dios padre tiene en nuestra vida, ¿recurrimos constantemente a su palabra en nuestras luchas espirituales?, Al tener un vicio o tentación que se repite ¿por qué no busco con la ayuda oportuna un versículo de la palabra de Dios que responda a este vicio? Luego cuando llegue la tentación lo recito confiando en la gracia de Cristo, probemos nos anima Francisco y así resonaba nosotros la voz benéfica de la palabra de Dios apagando las voces que se agitan dentro de nosotros.

Jesús, no dialoga con el diablo, no negocia con él, rechaza sus insinuaciones con «las palabras benéficas de la Escrituras» dijo el Papa. Citando tres frases que se contraponen a las tentaciones del diablo, que hablan de libertad respectiva a las cosas, de confianza y de servicio a Dios.

Esto nos enseña que con el diablo no se discute ni se negocia, debemos tomar la palabra de Dios como defensa contra sus tentaciones y utilizar primordialmente la fuerza de Dios que nos ayudará a vencer esos vacíos que el mal nos presenta, la palabra de Dios será nuestro mejor escudo.

Por último, el Papa nos lleva hacia nuestra madre la Virgen María, instándonos a elevar una súplica a la madre de Dios, quien ha acogido la palabra de Dios con excelentísima obediencia y humildad y de este modo a derrotado la soberbia del que nos divide y tomados de la mano de María podamos recorrer un camino victorioso de cuaresma.

El Papa: Cuaresma tiempo favorable para volver a lo que somos, a Dios y los hermanos

El Papa: Cuaresma tiempo favorable para volver a lo que somos, a Dios y los hermanos

Este 22 de febrero, Miércoles de Ceniza, el Santo Padre centró su homilía en la invitación que nos dirige el profeta Joel (2,12) cuando dice: «Vuelvan a mí de todo corazón». De esta cita bíblica, y ayudado por el rito de la Ceniza, el Pontífice dijo que esto nos introduce en este camino de regreso: “nos invita a volver a lo que realmente somos y a volver a Dios y a los hermanos”.
“La Cuaresma es el tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás; para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado; para romper las cadenas del individualismo y redescubrir, a través del encuentro y la escucha, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volver a aprender a amarlo como hermano o hermana”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía, en la Santa Misa con el rito de bendición e imposición de las Cenizas, con el cual se inició el Tiempo de Cuaresma. Como cada año, la celebración litúrgica del Miércoles de Ceniza se realizó con la procesión penitencial, el canto de las letanías de los Santos desde la iglesia de San Anselmo hasta la Basílica de Santa Sabina en Roma.

La Cuaresma es el tiempo favorable para volver a lo esencial

En su homilía, el Santo Padre recordó que, el apóstol Pablo nos ayuda a entrar en el espíritu del tiempo cuaresmal cuando afirma que, «este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación» (2 Co 6,2).

“La Cuaresma ciertamente es el tiempo favorable para volver a lo esencial, para despojarnos de lo que nos pesa, para reconciliarnos con Dios, para reavivar el fuego del Espíritu Santo que habita escondido entre las cenizas de nuestra frágil humanidad. Es el tiempo de gracia para llevar a cabo lo que el Señor nos ha pedido en el primer versículo de la Palabra que hemos escuchado: «Vuelvan a mí de todo corazón»”.

“El rito de la ceniza nos introduce en este camino de regreso, nos invita a volver a lo que realmente somos y a volver a Dios y a los hermanos”

La ceniza nos invita a volver a lo que realmente somos

Un primer aspecto que destacó el Papa Francisco fue la invitación a “volver a lo que realmente somos”. La ceniza, precisó el Papa, nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos, nos reconduce a la verdad fundamental de la vida, es decir, sólo el Señor es Dios y nosotros somos obra de sus manos.

“Nosotros tenemos la vida mientras que Él es la vida. Él es el Creador, mientras nosotros somos frágil arcilla que se moldea en sus manos. Nosotros venimos de la tierra y necesitamos del Cielo, de Él. Con Dios resurgiremos de nuestras cenizas, pero sin Él somos polvo. Mientras inclinamos la cabeza, con humildad, para recibir las cenizas, traigamos a la memoria del corazón esta verdad: somos del Señor, le pertenecemos. Él, en verdad, «modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida» (Gn 2,7), es decir, existimos porque Él ha exhalado el aliento de la vida en nosotros”.

“Y, como Padre tierno y misericordioso, Él también vive la Cuaresma, porque nos desea, nos espera, aguarda nuestro regreso. Y siempre nos anima a no desesperar, incluso cuando caemos en el polvo de nuestra fragilidad y de nuestro pecado, porque «Él conoce de qué estamos hechos, sabe muy bien que no somos más que polvo» (Sal 103,14)”

La Cuaresma, subrayó el Santo Padre, es por tanto el tiempo para que recordemos quién es el Creador y quién la criatura; para proclamar que sólo Dios es el Señor; para desnudarnos de la pretensión de bastarnos a nosotros mismos y del afán de ponernos en el centro, de ser los primeros de la clase, de pensar que sólo con nuestras capacidades podemos ser protagonistas de la vida y trasformar el mundo que nos rodea.

“Este es el tiempo favorable para convertirnos, para cambiar la mirada antes que nada sobre nosotros mismos, para vernos por dentro. Cuántas distracciones y superficialidades nos apartan de lo que es importante. Cuántas veces nos centramos en nuestros deseos o en lo que nos falta, alejándonos del centro del corazón, olvidándonos de abrazar el sentido de nuestro ser en el mundo”.

“La Cuaresma es un tiempo de verdad para quitarnos las máscaras que llevamos cada día aparentando ser perfectos a los ojos del mundo; para luchar, como nos ha dicho Jesús en el Evangelio, contra la falsedad y la hipocresía. No las de los demás, sino las nuestras”

La ceniza nos invita a volver a Dios y a los hermanos

Un segundo aspecto que destacó el Papa Francisco fue recordar que, “la ceniza nos invita a volver a Dios y a los hermanos”. De hecho, si volvemos a la verdad de lo que somos y nos damos cuenta de que nuestro yo no es autosuficiente, entonces descubrimos que existimos gracias a las relaciones, tanto la originaria con el Señor como las vitales con los demás.

“Así, la ceniza que hoy recibimos en la cabeza nos dice que cada presunción de autosuficiencia es falsa y que idolatrar el yo es destructivo y nos encierra en la jaula de la soledad. Nuestra vida, sin embargo, es sobre todo una relación; la hemos recibido de Dios y de nuestros padres, y siempre podemos renovarla y regenerarla gracias al Señor y a aquellos que Él ha puesto junto a nosotros”.

“La Cuaresma es el tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás; para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado; para romper las cadenas del individualismo y redescubrir, a través del encuentro y la escucha, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volver a aprender a amarlo como hermano o hermana”

Tres grandes vías para volver a Dios y a los demás

Pero, cómo podemos realizar todo esto, se pregunta el Santo Padre. Para completar este camino —volver a lo que realmente somos y volver a Dios y a los demás— el Pontífice indicó que hoy, se nos invita a recorrer tres grandes vías: la limosna, la oración y el ayuno.

“Como hemos escuchado en el Evangelio, Jesús nos advierte: no se trata de ritos exteriores, sino de gestos que deben expresar una renovación del corazón”.

“La limosna no es un gesto rápido para limpiarse la conciencia, sino un tocar con las propias manos y con las propias lágrimas los sufrimientos de los pobres. La oración no es ritualidad, sino diálogo de verdad y amor con el Padre. El ayuno no es un simple sacrificio, sino un gesto fuerte para recordarle a nuestro corazón qué es lo que permanece y qué es lo pasajero”

La sinceridad del alma y la coherencia de las obras

Jesús nos hace «una advertencia que conserva también para nosotros su validez saludable: a los gestos exteriores debe corresponder siempre la sinceridad del alma y la coherencia de las obras.

“En efecto, ¿de qué sirve […] rasgarse las vestiduras, si el corazón sigue lejos del Señor, es decir, del bien y de la justicia?» (Benedicto XVI, Homilía miércoles de ceniza, 1 marzo 2006). Muchas veces, sin embargo, nuestros gestos y ritos no tocan la vida, no son auténticos, quizás los hacemos sólo para que los demás nos admiren, para recibir el aplauso, para atribuirnos el crédito”.

“Recordemos que, en la vida personal, como en la vida de la Iglesia, lo que cuenta no es lo exterior, los juicios humanos y el aprecio del mundo; sino sólo la mirada de Dios, que lee el amor y la verdad”

No quedarnos en gestos exteriores

En este sentido, el Papa Francisco invitó a ponernos humildemente bajo su mirada, entonces la limosna, la oración y el ayuno no se quedan en gestos exteriores, sino que expresan quiénes somos verdaderamente: hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

“La limosna, la caridad, manifestará nuestra compasión con quien está necesitado, nos ayudará a volver a los demás; la oración dará voz a nuestro íntimo deseo de encontrar al Padre, haciéndonos volver a Él; el ayuno será una gimnasia espiritual para renunciar con alegría a lo que es superfluo y nos sobrecarga, para ser interiormente más libres y volver a lo que realmente somos”.

Pongámonos en camino con la caridad, oración y ayuno

Finalmente, el Santo Padre exhortó a que, inclinemos la cabeza, recibamos la ceniza, aligeremos el corazón y que no desperdiciemos la gracia de este tiempo santo.

Pongámonos en camino por medio de la caridad:

“Nos han dado cuarenta días favorables para recordarnos que el mundo no se cierra en los estrechos límites de nuestras necesidades personales y para redescubrir la alegría, no en las cosas que se acumulan, sino en el cuidado de aquellos que se encuentran en la necesidad y en la aflicción”.

Pongámonos en camino por medio de la oración:

“Se nos otorgan cuarenta días favorables para dar a Dios la primacía de nuestra vida, para volver a dialogar con Él de todo corazón, no en ratos perdidos”.

Pongámonos en camino por medio del ayuno:

“Se nos ofrecen cuarenta días favorables para reencontrarnos, para frenar la dictadura de las agendas siempre llenas de cosas por hacer; de las pretensiones de un ego cada vez más superficial y engorroso; y de elegir lo que de verdad importa”.

“Fijemos nuestra mirada en el Crucificado y caminemos. Respondamos con generosidad a las llamadas fuertes de la Cuaresma. Al final del trayecto encontraremos con más alegría al Señor de la vida, al único que nos hará resurgir de nuestras cenizas”

Fuente Vatican News

No respondamos el mal con el mal

No respondamos el mal con el mal

El Papa Francisco, durante su discurso del Ángelus en este Domingo VII del Tiempo Ordinario (19 de febrero de 2023), nos recordó que Jesús nos desafía a responder al mal con el bien y amar incluso a nuestros enemigos.

  • “El Señor nos propone salir de la lógica del provecho y no medir el amor en la balanza de los cálculos y de las conveniencias. Nos invita a no responder al mal con el mal, a osar en el bien, a arriesgar en el don, aunque recibamos poco o nada a cambio”, es esta la invitación del Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del ángelus, de este domingo, 19 de febrero de 2023.

Hoy en El Evangelio nos invita a ser personas extraordinarias, a seguir unas palabras que en apariencia son paradójicas, pongan la otra mejilla incluso si es al enemigo:

  • “Para nosotros es normal amar a los que nos aman y ser amigos de quien es nuestro amigo; sin embargo, Jesús nos provoca diciendo: si actúan de esta manera, «¿qué hacen de extraordinario?» (v. 47). ¿Qué hacen de extraordinario? Este es el punto sobre el que me gustaría atraer hoy su atención”.

Señaló que Jesús nos llama a ir más allá del razonamiento utilitario ordinario, a abrazar la naturaleza extraordinaria del amor gratuito, a salir de la lógica de la ganancia y no medir el amor en la balanza del cálculo y la conveniencia.

  • “No nos maravillemos de esto. Si Dios no se hubiera desequilibrado, nosotros nunca hubiéramos sido salvados: Jesús no hubiera venido a buscarnos mientras estábamos perdidos y alejados, no nos hubiera amado hasta el final, no hubiera abrazado la cruz por nosotros, que no merecíamos todo esto y no podíamos darle nada a cambio”.

 

El Papa también dijo que el amor de Dios es siempre extraordinario, va más allá de los límites normales de las relaciones humanas. Nos anima a seguir el ejemplo de Jesús y amar a los que no nos aman, hacer el bien a los que nos hacen daño y arriesgarnos en dar, aunque recibamos poco o nada a cambio. El Papa nos instó a vivir de una manera que verdaderamente testimoniara este amor, a dejar atrás la lógica de la ganancia, ya no responder al mal con el mal.

“Así es, Dios nos ama mientras somos pecadores, no porque seamos buenos o capaces de devolverle algo. El amor de Dios es un amor siempre en exceso, siempre más allá de los cálculos, siempre desproporcionado. Hoy nos pide también a nosotros vivir de esta manera, porque solo así seremos testimonio de verdad.

Fuente: Vatican News

 

 

El Papa Francisco nos invita a caminar unidos

El Papa Francisco nos invita a caminar unidos

Francisco recibió en el Vaticano, este 18 de febrero de 2023, a los presidentes y referentes de las Comisiones para los laicos de las Conferencias Episcopales, señalándoles el camino a recorrer juntos para llegar a «un Pueblo de Dios en misión», recordando que «para ser misionera la Iglesia está llamada a ser sinodal». Del Papa el llamamiento para que se valore más a los laicos, especialmente a las mujeres.

Debemos ser un solo cuerpo, permanecer unidos como una comunidad. Somos un pueblo dividido que debe aprender a unirse. No permitamos que se formen caminos paralelos de unos con otros, el clero, religiosos y «laicos» nos sseparemos, debemos dejar que Espíritu Santo obre en nosotros como una misma Iglesia Católica.

  • El clero separado de los laicos, los consagrados separados del clero y de los fieles, la fe intelectual de ciertas élites separada de la fe popular, la Curia romana separada de las Iglesias particulares, los obispos separados de los sacerdotes, los jóvenes separados de los ancianos, los cónyuges y las familias poco implicados en la vida comunitaria, los movimientos carismáticos separados de las parroquias, etcétera. Esta es la tentación más grave en este momento. La sinodalidad encuentra su fuente y su fin último en la misión: nace de la misión y está orientada a la misión. Compartir la misión, en efecto, acerca a pastores y laicos, crea comunión de intenciones, manifiesta la complementariedad de los distintos carismas y, por tanto, suscita en todos el deseo de caminar juntos.

No hay que avanzar en soledad, tenemos la misión de conocernos como pueblo de Dios, hijos de la Santa Madre Iglesia. Evangelizar en comunidad es el objetivo.

  • Lo vemos en el mismo Jesús, que se rodeó, desde el principio, de un grupo de discípulos, hombres y mujeres, y vivió con ellos su ministerio público. Nunca solo. Y cuando envió a los Doce a anunciar el Reino de Dios, los envió «de dos en dos». Lo mismo vemos en San Pablo, que siempre evangelizó junto con colaboradores, incluidos laicos y parejas casadas. No solo. Y así fue en los momentos de gran renovación e impulso misionero en la historia de la Iglesia: pastores y fieles laicos juntos. No individuos aislados, ¡sino un pueblo que evangeliza! El Pueblo santo de Dios. 

Es importante resaltar que todos los bautizados somos religiosos, todos somos del pueblo de Dios a partir del Sacramento del Bautismo.

  • Tras recordar la importancia de la formación de los laicos, «indispensable para vivir la corresponsabilidad» siempre que no sea «escolástica, limitada a ideas teóricas», sino «también práctica», el Pontífice invitó a todos a recuperar una eclesiología integral, «como en los primeros siglos, en la que todo se unifica en la pertenencia a Cristo», superando así «una visión sociológica que distingue clases y rangos sociales y que se basa fundamentalmente en el poder asignado a cada categoría»:
  • El acento debe ponerse en la unidad y no en la separación. El laico, más que como «no clérigo» o «no religioso», debe ser considerado como bautizado, como miembro del pueblo santo de Dios, es el sacramento que abre todas las puertas. La palabra «laico» no aparece en el Nuevo Testamento, sino que habla de «creyentes», «discípulos», «hermanos», «santos», términos aplicados a todos: fieles laicos y ministros ordenados.

El Papa nos dice que dejemos las puertas abiertas para que entre Jesús, muchas veces las cerramos y Nuestro Señor está tratando de entrar, sin embargo se queda aprisionado.

  • Los fieles laicos no son «huéspedes» en la Iglesia, están en su casa, por lo que están llamados a cuidar de su propia casa. Los laicos, y especialmente las mujeres, deben ser más valorados en sus competencias y en sus dones humanos y espirituales para la vida de las parroquias y de las diócesis. Pueden llevar el anuncio del Evangelio en su lenguaje «cotidiano», comprometiéndose en diversas formas de predicación. Pueden colaborar con los sacerdotes en la formación de niños y jóvenes, ayudar a los novios en su preparación al matrimonio y acompañarles en su vida conyugal y familiar. Deben ser siempre consultados en la preparación de nuevas iniciativas pastorales a todos los niveles, local, nacional y universal. Deben tener voz en los consejos pastorales de las Iglesias particulares. Deben estar presentes en las oficinas de las diócesis. Pueden ayudar en el acompañamiento espiritual de otros laicos y también aportar su contribución en la formación de seminaristas y religiosos.

La voz de las madres de familia es importante escucharlas, traen palabras novedosas. Caminar todos en conjunto para que la obra evangelizadora sea aún mayor.

  • Y, junto con los pastores, deben llevar el testimonio cristiano en los ambientes seculares: el mundo del trabajo, de la cultura, de la política, del arte, de la comunicación social.
  • Finalmente, del Papa una advertencia: no caer en el clericalismo. «Los laicos clericalizados -dice- son una plaga en la Iglesia».

Escuchemos el mensaje de Su Santidad, de los Santos y de nuestros hermanos para crecer como una sola Iglesia.

Fuente: Vatican News

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2023

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2023

Ascesis cuaresmal, un camino sinodal

Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

Francisco

Fuente: https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/lent/documents/20230125-messaggio-quaresima.html