Del Requiem al  Alleluya

Desde su llegada, la actual pandemia del Coronavirus (Covid-19 o Sars CoV 2) ha abatido y arrasado completamente con una cantidad exuberante de mortalidad en Guatemala y en todo el mundo,  expandiéndose  de manera parcial debido a sus diferentes evoluciones  que esta enfermedad ha tenido a lo largo de los meses anteriores. La fatalidad de este mal se hizo evidente en los cierres de empresas, bares, restaurantes, playas, cines, museos, discotecas, estadios deportivos e iglesias (de diferentes credos) que con la obediencia de las normativas y disposiciones establecidas por los gobiernos nacionales de cada país, decidieron clausurar temporalmente sus negocios con el fin de salvaguardar el estado de salud de las personas que no podían verse aglutinadas en estos espacios públicos durante la vigencia del Covid 19, ya que correrían el riesgo de ser sujetos transmisibles de este efecto desastroso que podía ser transportado en el círculo de amigos y familiares cercanos.

En Guatemala desde el 13 de Marzo del 2020,  los esquemas de aumento de contagios fueron indicando precisamente la limitación de estos lugares mencionados, perjudicando el avance de la economía de negocios de gran tradición en el país, así como de comercios populares deambulantes, que prácticamente se servían  día a día en la compra y venta de sus productos para poder sobrevivir consigo mismos y sus familias.

Ante estas y muchas situaciones complejas más que se fueron suscitando a partir de entonces; la iglesia católica también introdujo una serie de medidas tristes y casi sentenciables de las actividades propias de la religiosidad popular guatemalteca; en ese sentido el aparecimiento del primer caso confirmado de Coronavirus coincidente en el  lapso de la Cuaresma de 2020, específicamente el que fue anunciado el soleado tercer viernes; determinaría que los tradicionales cortejos procesionales, velaciones, conciertos de marchas fúnebres y otra serie de dinámicas sacras propias de esta época fueran canceladas hasta nueva orden, debido al peligro que la feligresía católica se exponía al situarse en grandes parafernalias por dichas manifestaciones religiosas.

Semana Santa 2020, en la cancelación de los Cortejos Procesionales y actividades de la Semana Santa que tradicionalmente se realizaban. Por Carlos Gómez

Después de enfrentar  dos años sin actividades como estas en la época de la Cuaresma y la Semana Santa, en Noviembre del año 2021 se determinó  por la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala, la celebración de las mismas con normalidad para este 2022, tomando en cuenta de igual manera, el formato prescindible de las medidas de bioseguridad y protección establecidas por el Ministerio de Salud nacional anteriormente.  

No podemos olvidar todo el recorrido apesarado que sufrió la comunidad cristiana católica desde aquel instante que ninguno esperaba. Sentimientos nostálgicos desde las periferias de la Ciudad hasta el interior y los espacios más recónditos de la República  fueron brotando de manera incesante en cada hogar y cada templo;  edificios religiosos siendo el vínculo místico de la esperanza y la fé de la colectividad donde se reunían velas, arreglos florales, estampas de las principales imágenes procesionales, cartelas aludidas a esta situación en la que nos encontramos y otras expresiones se fueron haciendo presente durante este tiempo justamente desde el frontispicio de estas iglesias, siendo estos elementos un cuadro meramente enternecedor que se fue pintando e incorporando a lo largo de este tiempo en el ideario social guatemalteco.

Sin embargo y a pesar de lo anterior expuesto, aquellos días no podía faltar la presencia del pentagrama fúnebre guatemalteco  por detrás de los balcones de algunos domicilios antañones de esta ciudad.

El ambiente en las calles para aquella Cuaresma y Semana Santa 2020 colindaba con cada fragmento de las notas de las  marchas de nuestro repertorio fúnebre nacional. Incluso estas melodías contribuían a afloraban aún más los cinco sentidos de diferentes devotos y devotas que mantenían viva su particular participación en este trajín aunado a sus preceptos  arraigados alrededor de estas conmemoraciones místicas donde abuelos, padres y demás personas habían legado una herencia ancestral única para esta nueva generación que se veía limitada por el contexto que atravesábamos.

Semana Santa 2020, en la cancelación de los Cortejos Procesionales y actividades de la Semana Santa que tradicionalmente se realizaban. Por Carlos Gómez

 No debería extrañarnos que estas marchas fúnebres  tuvieran sentido más adelante en la lamentable y tormentosa ola de muertes que esta crisis sanitaria fue provocando a nivel mundial y sobre todo en Guatemala; dejando totalmente enlutadas a muchas familias que se vieron sumamente alteradas por el fallecimiento de algún ser querido con la Pandemia, cuyos decesos no permitía otorgarles el último adiós a esa persona especial sino al contrario;  limitaba todavía  más su contacto cercano con personas de esa misma sangre. La alternativa social en ese tipo de coyunturas permitía únicamente poder recordarles y homenajearles a través de las redes sociales y por medio de eucaristías virtuales con intenciones específicas del fallecido.

Pues bien, la Semana Santa guatemalteca en sus expresiones culturales, místicas, artísticas y sociales, no habían sufrido tanto como la del 2020, ya que también con el arte del ciclo, la crisis conmocionó al gremio de bordadores, carpinteros, talladores de maestría moderna plasmada en los muebles procesionales, artesanos implicados en la realización de flores, de cabelleras para esculturas de inspiración barroca, el cuerpo de músicos que rinde sus servicios durante estos despliegues fervorosos; y alfombreros también  fueron afectados completamente, o al menos en su mayoría, por la anulación de tales ritos religiosos.[1] Los meses y días pasados, las vistas se fijaban en los representantes de las cofradías y demás grupos de religiosidad popular con las reuniones que tendrían con el arzobispo para concretar la aprobación, después de 2 años; de las procesiones.

Al observar diferentes publicaciones, detracciones y criterios más ampliados de diferentes  sectores del país entorno a la autorización de nuestros célebres cortejos para la Cuaresma y Semana Mayor del 2022, nuevamente en toda la región se inyectaba la esperanza, la fé y la confianza con base a  nuestras creencias cristianas que estallaban de alegría al escuchar las palabras emanadas por la autoridad eclesiástica, en una manera sin precedentes anunciado la confirmación de los cortejos para este tiempo de pandemia.

Semana Santa 2020, en la cancelación de los Cortejos Procesionales y actividades de la Semana Santa que tradicionalmente se realizaban. Por Carlos Gómez

Ahora, como un canto glorioso lleno de esplendor y algarabía, las personas se conmocionaban  y  seguramente se arrodillaban al suelo para agradecer y para bendecir la mano bienhechora del ser supremo que había abierto una posibilidad más sobre estas conmemoraciones; esto pareciera una divulgación entera acorde  al fragmento del Alleluya de George F. Handel,  en su oratorio musical barroco denominado “El Mesías” compuesta en 1741 en Londres, Inglaterra; precisamente cuando los coros  exaltan a toda voz “Alleluya, Alleluya, Alleluya”, en relación del amor ferviente y la fe desenfrenada  de todo un pueblo  que había esperado desde el primer instante de esta pandemia hasta ahora, la reactivación de dichos acontecimientos que reúnen a la colectividad en masa.

El polvo de nuestros regios tronos procesionales, seguramente estarán siendo cubiertos con barniz nuevo para su pronto aparecimiento, los elementos artísticos como parte de la lectura iconográfica del mensaje doctrinal que estas llevan para evangelizar a la población estarán atentas a ser montadas en los próximos días de esta  Cuaresma 2022; las túnicas, vestidos, altares, comidas, alfombras, rezos, entre otras, caerán a la frenética introducción de sus nuevos modelos a seguir en esta “normalidad” que viviremos de forma histórica e inmediata.

 No sin antes  resaltar  el completo desborde devocional que se vivió unos meses atrás en la clausura del año litúrgico de Cristo Rey desde la Parroquia de Nuestra Señora de Candelaria con el Nazareno de Tez Morena que salía desde el dintel de la puerta de su templo, como Jueves Santos anteriores previo a la Pandemia, para bendecir a un pueblo dolido, sufriente y arrepentido de tantas causas y manifestaciones que se han experimentado en estos dos años donde no se han llevado a cabo nuestros desfiles místicos de fé y piedad popular.

También señalar como el estruendo sonido de las bombas voladoras, las luces de colores resplandecientes por los cielos, el retazo y las marchas fúnebres hacían un escenario perfecto cuando las señoras de avanzada edad al lado de los nietos y nietas quedaba maravillado con lo que sus ojos observaban el pasado 26 de Febrero en la Procesión solemne de rogativa con el Patrón Jurado de la Ciudad de Guatemala, Jesús de la Merced y su Santísima Virgen de Dolores; quienes impartían la bendición a todo el pueblo  luego de 2 años que habían estado sin poder realizarse sus respectivos cortejos tradicionales; sin dejar por un lado también el desborde espiritual que se vivió el recién pasado primer Jueves de Cuaresma con la Procesión de Jesús de los Milagros del Templo de San José.

Jesús Nazareno de los Milagros, Jueves del Silencio 2022. Por Wilder Méndez

Es así como definitivamente todos escribiremos y plasmaremos nuestros enfoques de vivencias de forma distinta pero abrazando un mismo sentir de estas expresiones que aún cobran una vigencia poderosa para estos tiempos de crisis

Todo dependerá en nuestras manos en cuanto al desplazamiento que los nuevos actos de piedad popular se estarán realizando más adelante en este tiempo de Cuaresma y próxima Semana Santa. Como el Requiem parafraseado entre el Alleluya, sabremos que exclamar en este periodo de tiempo. Esperemos que el visaje majestuoso del oratorio de Handel se prolongue aún más para nuestras procesiones del 2023, 2024, 2025… “hacia adelante”; sin tener que estancarnos en la ilustración convulsa de esta sociedad en su crisis más nefasta, controvertida y lastimera en la historia de todos los tiempos,  como lo ha sido con esta Pandemia.

 

“El Reino de este Mundo se Covierte en el Reino de Nuestro Señor y de su Cristo”

Hallelujah, El Mesias. George F. Handel, Año de 1741.

 

 

 Por Angel Ricardo Román Contreras / Estudiante de Historia. Universidad de San Carlos de Guatemala – Redacción Noticias Estrella

 

                                                                                              

Referencias

  •         Gutièrrez Molina, Walter Enrique. Arte y Semana Santa en Tiempos de Crisis. Ensayo consultado en la página De la A a la Z, Gazeta. Sitio electrónico  https://gazeta.gt/arte-y-semana-santa-en-tiempo-de-crisis/

[1] Gutièrrez Molina, Walter Enrique. Arte y Semana Santa en Tiempos de Crisis. Ensayo consultado en la página De la A a la Z, Gazeta. Sitio electrónico  https://gazeta.gt/arte-y-semana-santa-en-tiempo-de-crisis/