El Bautismo del Señor

El Bautismo del Señor, celebrado el domingo siguiente a la Epifanía, marca el inicio de la vida pública de Jesús y la manifestación de su divinidad al mundo. Este evento, narrado en los cuatro Evangelios, no solo representa un acto de humildad por parte de Jesús, sino que también revela la Trinidad y el sentido profundo del bautismo cristiano.

Jesús, el Santo, se bautiza:

A pesar de no tener pecado, Jesús se acerca a Juan Bautista en el río Jordán para ser bautizado. Este acto, aparentemente contradictorio, tiene un profundo significado teológico:

  • Cumplimiento de la voluntad del Padre: Jesús se somete al bautismo de Juan para cumplir la voluntad de Dios y dar ejemplo de obediencia. (Mateo 3,15)
  • Solidaridad con la humanidad: Jesús se identifica con los pecadores, mostrando su cercanía y amor por todos. (Catecismo de la Iglesia Católica, 536)
  • Inauguración de su misión: El bautismo marca el inicio de la vida pública de Jesús y su misión de salvación. (Marcos 1,9-11)

Manifestación de la Trinidad:

En el momento del bautismo, se produce una teofanía, una manifestación de Dios:

  • El Espíritu Santo desciende sobre Jesús: Simbolizando la unción y el poder divino que lo acompañará en su misión. (Lucas 3,22)
  • La voz del Padre se escucha desde el cielo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco». (Mateo 3,17) Esta proclamación revela la identidad divina de Jesús y su relación única con el Padre.

El Bautismo cristiano, sacramento de la nueva vida:

El bautismo de Jesús prefigura el sacramento del bautismo cristiano. A través de él, nos incorporamos a Cristo y a su Iglesia, somos liberados del pecado original y nacemos a una vida nueva en el Espíritu Santo. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1213)

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