Francisco recibió en el Vaticano, este 18 de febrero de 2023, a los presidentes y referentes de las Comisiones para los laicos de las Conferencias Episcopales, señalándoles el camino a recorrer juntos para llegar a «un Pueblo de Dios en misión», recordando que «para ser misionera la Iglesia está llamada a ser sinodal». Del Papa el llamamiento para que se valore más a los laicos, especialmente a las mujeres.

Debemos ser un solo cuerpo, permanecer unidos como una comunidad. Somos un pueblo dividido que debe aprender a unirse. No permitamos que se formen caminos paralelos de unos con otros, el clero, religiosos y «laicos» nos sseparemos, debemos dejar que Espíritu Santo obre en nosotros como una misma Iglesia Católica.

  • El clero separado de los laicos, los consagrados separados del clero y de los fieles, la fe intelectual de ciertas élites separada de la fe popular, la Curia romana separada de las Iglesias particulares, los obispos separados de los sacerdotes, los jóvenes separados de los ancianos, los cónyuges y las familias poco implicados en la vida comunitaria, los movimientos carismáticos separados de las parroquias, etcétera. Esta es la tentación más grave en este momento. La sinodalidad encuentra su fuente y su fin último en la misión: nace de la misión y está orientada a la misión. Compartir la misión, en efecto, acerca a pastores y laicos, crea comunión de intenciones, manifiesta la complementariedad de los distintos carismas y, por tanto, suscita en todos el deseo de caminar juntos.

No hay que avanzar en soledad, tenemos la misión de conocernos como pueblo de Dios, hijos de la Santa Madre Iglesia. Evangelizar en comunidad es el objetivo.

  • Lo vemos en el mismo Jesús, que se rodeó, desde el principio, de un grupo de discípulos, hombres y mujeres, y vivió con ellos su ministerio público. Nunca solo. Y cuando envió a los Doce a anunciar el Reino de Dios, los envió «de dos en dos». Lo mismo vemos en San Pablo, que siempre evangelizó junto con colaboradores, incluidos laicos y parejas casadas. No solo. Y así fue en los momentos de gran renovación e impulso misionero en la historia de la Iglesia: pastores y fieles laicos juntos. No individuos aislados, ¡sino un pueblo que evangeliza! El Pueblo santo de Dios. 

Es importante resaltar que todos los bautizados somos religiosos, todos somos del pueblo de Dios a partir del Sacramento del Bautismo.

  • Tras recordar la importancia de la formación de los laicos, «indispensable para vivir la corresponsabilidad» siempre que no sea «escolástica, limitada a ideas teóricas», sino «también práctica», el Pontífice invitó a todos a recuperar una eclesiología integral, «como en los primeros siglos, en la que todo se unifica en la pertenencia a Cristo», superando así «una visión sociológica que distingue clases y rangos sociales y que se basa fundamentalmente en el poder asignado a cada categoría»:
  • El acento debe ponerse en la unidad y no en la separación. El laico, más que como «no clérigo» o «no religioso», debe ser considerado como bautizado, como miembro del pueblo santo de Dios, es el sacramento que abre todas las puertas. La palabra «laico» no aparece en el Nuevo Testamento, sino que habla de «creyentes», «discípulos», «hermanos», «santos», términos aplicados a todos: fieles laicos y ministros ordenados.

El Papa nos dice que dejemos las puertas abiertas para que entre Jesús, muchas veces las cerramos y Nuestro Señor está tratando de entrar, sin embargo se queda aprisionado.

  • Los fieles laicos no son «huéspedes» en la Iglesia, están en su casa, por lo que están llamados a cuidar de su propia casa. Los laicos, y especialmente las mujeres, deben ser más valorados en sus competencias y en sus dones humanos y espirituales para la vida de las parroquias y de las diócesis. Pueden llevar el anuncio del Evangelio en su lenguaje «cotidiano», comprometiéndose en diversas formas de predicación. Pueden colaborar con los sacerdotes en la formación de niños y jóvenes, ayudar a los novios en su preparación al matrimonio y acompañarles en su vida conyugal y familiar. Deben ser siempre consultados en la preparación de nuevas iniciativas pastorales a todos los niveles, local, nacional y universal. Deben tener voz en los consejos pastorales de las Iglesias particulares. Deben estar presentes en las oficinas de las diócesis. Pueden ayudar en el acompañamiento espiritual de otros laicos y también aportar su contribución en la formación de seminaristas y religiosos.

La voz de las madres de familia es importante escucharlas, traen palabras novedosas. Caminar todos en conjunto para que la obra evangelizadora sea aún mayor.

  • Y, junto con los pastores, deben llevar el testimonio cristiano en los ambientes seculares: el mundo del trabajo, de la cultura, de la política, del arte, de la comunicación social.
  • Finalmente, del Papa una advertencia: no caer en el clericalismo. «Los laicos clericalizados -dice- son una plaga en la Iglesia».

Escuchemos el mensaje de Su Santidad, de los Santos y de nuestros hermanos para crecer como una sola Iglesia.

Fuente: Vatican News