Virgen del Carmen
Historia
Este mes de Julio lo dedicamos especialmente a nuestra Señora del Carmen, cuya advocación Mariana es de las primeras en aparecer. Esto debido a que el monte Carmelo era el lugar donde numerosos profetas rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías y su discípulo Eliseo. Sobre sus orígenes, en el Primer Libro de los Reyes, se habla del profeta Elías, de la gran sequía que sufría el país y de los sacrificios ofrecidos en el Monte Carmelo. Después de varias veces que Elías subió al monte, apareció una gran señal:
«Cuando volvió la séptima vez, subía desde el mar una nubecita no más grande que la palma de la mano» (1 Rey 18,44).
A partir de entonces el Monte Carmelo –ubicado al oeste del lago Galileo y cuyo nombre significa jardín- se convirtió en un lugar sagrado, hasta donde llegaron a vivir ermitaños que se dedicaban a rezar y que con el paso de los siglos fueron llamados carmelitas. Estos hombres que se entregaron a la oración y a la penitencia en el desierto comenzaron con los años a invocar a María con el nombre de “Santísima Virgen del Monte Carmelo”. De esta manera, nació la orden religiosa de los Padres Carmelitas, que se extendió por el mundo tanto en su rama masculina como femenina.
Posteriormente en el Siglo XVI Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia es la reformadora del Carmelo descalzo reimpulsando la fuerza de su regla original, de oración y clausura. Y es así cómo esta orden llega a América.
La misión
Santa Teresa de Ávila tuvo un sueño donde vio a la Virgen llena de Gloria, amparando bajo su manto blanco a la congregación carmelita. Luego de dicha vivencia, ordena la talla de una imagen, tal y como la había visto, siendo así que originalmente la imagen únicamente posee un hábito y manto blanco, esto se conserva actualmente debajo de la plata y oro que la recubre. Santa Teresa de Ávila, quiso que esta imagen fuera llevada al Nuevo Mundo, es por esto que fue entregada por las carmelitas de Ávila a Juan de Corz.
Juan de Corz pregunta con incertidumbre cual sería el lugar en que la debía de poner y es así como ellas le dicen «nuestra superiora indica que ella escogerá el lugar donde quiera estar y donde ella esté se hará una gran ciudad».
Llegada a Guatemala
La imagen de la Virgen del Carmen fue traída a Guatemala en el siglo XVII por Juan de Corz y durante su paso por un cerro en el Valle de las Vacas, la Virgen le indicó que en ese lugar quería reposar. Se acomodó en dos cuevas, en una de ellas colocó la imagen y la otra la utilizó como su habitación, viviendo en soledad y penitencia. Juan de Corz estuvo con la Virgen por más de 10 años, hasta que los vecinos del área le pidieron que la moviera de lugar para que pudieran venerarla en un mejor lugar.
Encuentran un lugar en la explanada del Valle de las Vacas, debajo de un cerro y construyen ahí un pequeño oratorio. Pero se llevan la sorpresa que la Virgen desaparece del oratorio y al buscarla la encuentran en la cueva donde había estado. Comprenden que la Virgen no quería estar en ese lugar así que comienzan a buscar un nuevo lugar. Fue así que decidieron ubicarla en lo alto del cerro, como Juan de Corz había estado en Roma, y en el monte Carmelo y conocía el lugar pensó que sería el lugar perfecto para la imagen, puesto que sería como el monte Carmelo, el Carmelo de América. Ahí le construyen en la cima la primera capilla de la Virgen del Carmen muy humilde, y enfrente de ella un pequeño ranchito donde viviría Juan de Corz.
La imagen mide 44 centímetros, fue tallada en madera de cedro, con vestiduras talladas y policromadas en oro. Antes de 1680 fue revestida con manto y tunicela de plata labrada y rodeada de una ráfaga sobredorada la cual luce hasta hoy.
El Escapulario
Respecto del origen del mensaje de la Virgen del Carmen, éste está en Inglaterra. El 16 de julio de 1251, San Simón Stock, Superior General de los Padres Carmelitas del convento de Cambridge, estaba rezando por el destino de su orden, cuando se le apareció la Virgen María.
Estaba Ella vestida de hábito carmelita, llevaba al Niño Jesús en sus brazos y en su mano el Escapulario, que le entrega diciendo: “Recibe hijo mío este Escapulario de tu orden, que será de hoy en adelante señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los que lo vistan. Quien muriese con él, no padecerá el fuego eterno. Es una señal de salvación, amparo en los peligros del cuerpo y del alma, alianza de paz y pacto sempiterno”.
El escapulario, por lo tanto, es un sacramental de la Iglesia, es decir, no nos comunica gracias como hacen los sacramentos, sino que nos dispone al amor a Dios y a la verdadera contrición del pecado si los recibimos con devoción.
La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Se usa bajo la ropa, el escapulario es uno de los más importantes sacramentales marianos.
Por María Fernanda Barrios