Madre de la República de Guatemala: El papel del funcionario público para honrar a Nuestra Señora del Rosario de Santo Domingo en octubre de 1840

La devoción a Nuestra Señora del Rosario, patrona titular de la Basílica Menor que se encuentra en la Nueva Guatemala de la Asunción, ha sido un referente ideal para el católico del siglo XXI. Sin embargo, su devoción se encuentra arraigada desde la famosa “Batalla de Lepanto”, cuando la misma Virgen María se aparece alentando a los combatientes cristianos a derrocar a los infieles turcos el 7 de octubre de 1571. Consecuentemente, a esta advocación mariana se le llamó “Nuestra Señora de las Victorias”, y posteriormente, esta se transforma en Nuestra Señora del Santísimo Rosario, gracias al pujante emprendimiento religioso de la orden de predicadores de Santo Domingo de Guzmán desde 1216.

Cofradía e imagen, son dos concepciones tan propias del periodo hispánico que están presentes de manera constante en Guatemala desde el siglo XVI, cuando la empresa espiritual de la conquista penetró en las tierras del Nuevo Mundo hacia los nativos de esta región. La cofradía no siempre tuvo las mismas funciones a lo largo de los diferentes contextos, debido a las coyunturas políticas y económicas que dictaminaron cada periodo de estudio.

Santísima Virgen del Rosario

Las cofradías en el periodo de dominación hispana, eran asociaciones laicas católicas cuyo fin principal era llevar a cabo obras piadosas y de caridad entre sus semejantes, congregadas en torno a un santo titular, y que eran vistas por las autoridades religiosas como un instrumento clave para consolidar la fe cristiana. Entre sus actividades se encontraban: sufragar gastos de entierros de sus cofrades inscritos, preparar y realizar las procesiones, rogar por la salud de las almas y las oraciones comunitarias[1].

Para la Ilustración, el traslado de la antigua urbe de Santiago de los Caballeros a la Nueva Guatemala en las postrimerías del Siglo XVIII, significó una decadencia en la influencia de las cofradías. Aun así, las autoridades civiles todavía las seguían respetando, debido a la pujante religiosidad que ostentaban las principales élites de la Ciudad la cual provocó una reivindicación directa en el mecanismo de poder para el séquito de la iglesia católica. En Madrid como en América, las cofradías habían sido relegadas a un tipo de actividad popular, devocional y cultural de acuerdo a la incorporación de la nueva solidaridad de las clases subalternas sujetas a la cofradía. Cabe destacar otro factor importante siendo el cambio de mentalidades en la sociedad, trayendo como consecuencia la secularización que se cristalizó en el siglo XIX y simultáneo a ello, impulsó la superación del miedo hacia la muerte. En síntesis, es evidente que hay un alejamiento de los modelos barrocos y contrarreformistas que lentamente se disipan en el ideario social de esa época[2].

De esta cuenta, revisando la historia de la devoción guatemalteca, el historiador Miguel Álvarez Arévalo, realiza un esbozo sobre la historia colonial de la Santísima Virgen del Rosario del templo de Santo Domingo de la ciudad de Guatemala, iniciando la línea temporal a partir del siglo XVI. Álvarez Arévalo cita a la doctora en historia, Josefina Alonso de Rodríguez, quien ubica la presencia de Nuestra Señora del Rosario en el año de 1580, cuando aparecen los plateros Lorenzo de Medina, Nicolás Almaina y Pedro de Bozarráez, discípulos del maestro sevillano Andrés de Revolledo[3].

Por su parte, el historiador Fernando Urquizú, en su artículo “A los pies de Nuestra Señora del Rosario”, indica por medio de la crónica del presbítero Domingo Juarros  la existencia de la cofradía del Rosario de españoles, siendo esta la tercera fundada en la Capitanía General   con fecha 01 de noviembre de 1559 en manos de su  fundador Francisco Marroquín, primer obispo del Reino de Guatemala personaje histórico que exhorto  la devoción del Santísimo Rosario de Nuestra Señora por medio de la orden dominica habitada en el Valle de Panchoy en ese momento[4].

Santísima Virgen del Rosario

Más adelante, el establecimiento de la naciente República de Guatemala, la cual estaba bajo los efectos caudillistas del General Rafael Carrera a partir de 1840, no solamente fue una década tumultuosa llena de dificultades, de intrigantes políticas y alianzas fugaces; sino que también significó la transición del dominio liberal al bando conservador. La facción conservadora que ahora ocupaban los cargos institucionales gubernamentales, estaban también conformados por una fuerte alianza con los intereses de la elite capitalina, a su vez, mermados de intereses mercantiles, terratenientes y militares[5].

El partido estaba cimentado en bases tradicionales para el establecimiento del orden económico, político y social, apoyado fuertemente por el clero con una participación importante. Las relaciones Iglesia-Estado eran estrechas, cada una dependía del otro para funciones importantes. Los sermones de la época estaban muy apoyados en un discurso antagonista hacia las ideas liberales que propició la Independencia criolla de 1821[6].

Bajo el régimen conservador, la Iglesia recobró la posición poderosa que había tenido anterior a la Independencia y se había vuelto una institución terrateniente importante, ya que tenía tierras en propiedades rurales como urbanas, y la vida religiosa se había vuelto un baluarte en todos los aspectos de la vida cotidiana. La Iglesia estaba conformada por las personas que pertenecían por líneas de sangre a la elite conservadora de la ciudad. Los conservadores decretaron el retorno de las ordenes religiosas que fueron expulsadas durante el periodo liberal, así como sus instituciones de antiguo régimen[7].

Santísima Virgen del Rosario

En ese hilo conductor, algunos documentos localizados de la década de 1840 reafirman la idea sobre el retorno al poder de la Iglesia y sus relaciones con el Estado. Para el 10 de octubre de 1840 se hizo una invitación a todos los funcionarios públicos para acompañar al “Supremo General” a partir de las nueve de la mañana en los actos de culto como “obsequio” hacia la Santísima Virgen del Rosario de la iglesia de Santo Domingo, firmado por Serceña, quien fue el Contador Mayor e Interventor de Tabaco y Aduanas[8].

Para 1840 se puede lograr determinar que la devoción a la Santísima Virgen del Rosario, no había tenido un decrecimiento sino al contrario, estaba plenamente vigente y había sobrevivido a la iconoclasia sufrida por las políticas libelares anticlericales que se dio durante los años 20´s y 30´s de las guerras independentistas.  Durante el periodo conservador, el renacimiento del poderío de la Iglesia fue un factor que coadyuvó para que las elites que se encontraban dentro del clero como de las instituciones civiles reforzaran las festividades religiosas importantes, así como del presente caso  de Nuestra Señora del Rosario, cuando los funcionarios políticos son invitados para asistir a los ritos propios del culto rendidos en favor a la escultura de plata de la Virgen del Rosario de Santo Domingo en el mes de Octubre de 1840.

Por Jorge Miguel Alvarado España / Estudiante de Historia, Escuela de Historia, USAC.

 

 

 

Fuente primaria:

AGCA, Asig. B, Leg.1195, Exp.29269. Fondo colonial. Fecha: 10 de octubre 1840: se solicita a los funcionarios públicos asistir a los cultos a Nuestra Señora del Rosario en la iglesia de Santo Domingo

Fuente secundaria:

Alvarez Arevalo, Miguel. «Nuestra Señora del Rosario de la Nueva Guatemala de la Asuncion .» Con olor a manzanilla, 2007: 13.

Martinez Aguilar, Jose Manuel. «Las cofradias novohispanas de Tzinzuntzan.» Scielo. 5 de junio de 2017. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-39292017000300011 (último acceso: junio de septiembre de 2022).

Romero Semper, Milagrosa. Las Cofradias de Madrid en el siglo XVIII. Madrid: Universidad Coplutense de Madrid, 1998.

Urquizu, Fernando. «A los pies de Nuestra Señora del Rosario.» Con olor a manzanilla, 2007: 12

Woodward Jr, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creacion de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: CIRMA; Serviprensa, 2011. pag.373-293

[1] Martinez Aguilar, Jose Manuel. «Las cofradias novohispanas de Tzinzuntzan.» Scielo. 5 de junio de 2017. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-39292017000300011 (último acceso: junio de septiembre de 2022).

[2] Romero Semper, Milagrosa. Las Cofradias de Madrid en el siglo XVIII. Madrid: Universidad Coplutense de Madrid, 1998.

[3] Alvarez Arevalo, Miguel. «Nuestra Señora del Rosario de la Nueva Guatemala de la Asuncion .» Con olor a manzanilla, 2007: 13.

[4] Urquizu, Fernando. «A los pies de Nuestra Señora del Rosario.» Con olor a manzanilla, 2007: 12.

[5]Woodward Jr, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creacion de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: CIRMA; Serviprensa, 2011. pag.373

[6] Woodward Jr, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creacion de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: CIRMA; Serviprensa, 2011. pag.393

[7] Woodward Jr, Ralph Lee. Rafael Carrera y la creacion de la Republica de Guatemala, 1821-1871. Guatemala: CIRMA; Serviprensa, 2011. pag.389

[8] AGCA, Asig. B, Leg.1195, Exp.29269. Fondo colonial. Fecha: 10 de octubre 1840: se solicita a los funcionarios públicos asistir a los cultos a Nuestra Señora del Rosario en la iglesia de Santo Domingo.