Memorias de una Cucurucha

Son las 12 del mediodía, el sol es imponente y el calor es abrumador. Voy caminando por las filas, acompañando a mi Jesús, las marchas fúnebres resuenan en mi mente, mientras yo me pregunto ¿Por qué Él, mi Señor es tan bueno conmigo?

No existen palabras para agradecer, todas las bendiciones que he tenido durante toda mi vida. Tengo trabajo, vida, salud, amor y a mi familia.

Hoy es día especial, hoy por fin, después de muchos días, Jesús ha vuelto a salir a las calles.

La pandemia ha llenado de dolor y tristeza a mi país y al mundo entero.

Saber que hoy lo acompaño, es uno de mis más grandes sueños. Llevarlo en hombros de nuevo, es una bendición. ¡Me hace sentir amada de nuevo!

Aunque la vida es diferente, mi corazón de cucurucha hoy se siente enajenado de verte de nuevo por las calles y saber que escuchas todas nuestras súplicas y plegarias.

Pongo en tus manos Señor, todo el dolor y el sufrimiento de cada hermano nuestro, que, en medio del dolor, su Fe y Esperanza, es firme en tu promesa.

Gracias, Dios mío por haberme permitido verte de nuevo y por dejarme amarte cada día más.

Enséñame a amarme a mi mismo, como tú lo haces, para poder servirle a los demás.

 

Por Alejandra Lemus / Redacción Noticias Estrella