El mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación lleva como tema "Espera y actúa con la creación". Este lema se basa en la carta de San Pablo a los Romanos (8, 19-25), donde el apóstol explica lo que significa vivir según el Espíritu y destaca la esperanza en la salvación mediante la fe, una vida nueva en Cristo.
El Papa inicia su mensaje cuestionando cómo se manifiesta nuestra fe y responde con las palabras de San Pablo: “es porque habita en nosotros el Espíritu Santo”. Añade que somos creyentes gracias a que "el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo" (Rm 5,5), y que el Espíritu es "el anticipo de nuestra herencia" (Ef 1,14), guiándonos hacia los bienes eternos y la plenitud de la humanidad en Cristo.
Francisco subraya que el Espíritu hace a los creyentes creativos y proactivos en la caridad, llevándolos a una gran libertad espiritual. Recuerda que la vida cristiana es de fe, activa en la caridad y llena de esperanza, esperando la llegada gloriosa del Señor. Invita a testimoniar esta esperanza en los sufrimientos humanos, señalando que la salvación cristiana penetra en el dolor del mundo, afectando no solo a los seres humanos, sino a toda la creación.
El Santo Padre destaca que la esperanza cristiana es realista y no da falsas ilusiones; reconoce los sufrimientos actuales como “tribulaciones, angustias, persecución, hambre, desnudez, peligros, espada” (Rm 8,35). Insiste en que la lucha moral de los cristianos está vinculada al "gemido" de la creación, esperando superar la condición actual y restaurar su estado original.
El Papa aboga por una conversión que pasa de la arrogancia de dominar a la humildad de cuidar de los demás y la creación, alertando sobre los peligros del poder humano desmedido. Explica que "esperar y actuar con la creación" significa colaborar y caminar juntos, repensando el poder humano y sus límites, considerando el impacto de nuestros avances tecnológicos en la vida y supervivencia.
Finalmente, el Papa Francisco destaca que la creación no es solo una cuestión ética, sino también teológica, ya que entrelaza el misterio del hombre con el de Dios, siendo un acto generativo de amor. Invita a vivir una fe encarnada que participe en los sufrimientos y esperanzas humanas, compartiendo la espera de la resurrección en Cristo.