Pecados contra el Espíritu Santo

Dentro de la teología moral católica, los pecados contra el Espíritu Santo representan una categoría de particular gravedad. Se les considera actos de malicia deliberada que se oponen directamente a la gracia y misericordia de Dios, dificultando enormemente el camino de la conversión. Para una mejor comprensión del tema, nos basaremos en la clasificación tradicional que Santo Tomás de Aquino analiza, originada en el Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo.
Antiguamente, esta era una enseñanza fundamental del catecismo (cf. F. X. Schouppe S.J., Curso Abreviado de Religión, Bouret, México, 1906, p. 439).

Los pecados contra el Espíritu Santo son seis:

  • Desesperación de la salvación.
  • Presunción de salvarse sin merecimientos.
  • Negar la verdad conocida como tal.
  • Tener envidia o pesar de la gracia ajena.
  • Obstinación en el pecado.
  • Impenitencia final.
    La obra citada añade que se llaman pecados contra el Espíritu Santo “los pecados de pura malicia, que siendo directamente opuestos a la misericordia de Dios y a la gracias del Espíritu Santo, hacen muy difícil la conversión”.
    Expliquemos este concepto.
    El Fundamento: Pecar por «Pura Malicia»
    Para entender la naturaleza de estos pecados, es crucial distinguir las causas que pueden llevar a una persona a pecar. Santo Tomás de Aquino observa que la voluntad puede inclinarse al mal por diferentes razones:

“A veces ocurre por falta de la razón, como cuando uno peca por ignorancia; mas a veces por el impulso del apetito sensitivo, como cuando peca por pasión. Mas ninguna de estas dos cosas es pecar por pura malicia; sino que sólo peca uno por pura malicia cuando la voluntad por sí misma se mueve al mal” (Suma Teológica, I-II, q.78 a.3 c.).

Aquí yace la clave que define a los pecados contra el Espíritu Santo: no se cometen por debilidad, ignorancia o un arrebato de pasión, sino por “pura malicia”.
Santo Tomás utiliza la expresión latina certa malitia, que se traduce acertadamente como «pura malicia». El término certa en latín se refiere a algo que está perfectamente decidido, resuelto y determinado en el espíritu. Por lo tanto, un pecado cometido con certa malitia es aquel que se realiza con una adhesión deliberada y consciente de la voluntad al mal que el pecado representa.
La Malicia en Cada Pecado contra el Espíritu Santo
Con la noción de pura malicia establecida, podemos analizar cómo se manifiesta en cada uno de los seis pecados.

  1. Desesperación de la Salvación y 2. Presunción de Salvarse sin Merecimientos
    Estos dos pecados atentan contra la esperanza teologal, corrompiendo la visión del juicio divino. Santo Tomás explica:
    “El hombre, en efecto, se retrae de la elección del pecado por la consideración del juicio divino, que conlleva entremezcladas justicia y misericordia […]. Esta esperanza la destruye la desesperación. El hombre encuentra también ayuda en el temor que nace de pensar que la justicia divina castiga el pecado, y ese temor desaparece por la presunción, que lleva al hombre al extremo de pensar que puede alcanzar la gloria sin méritos y el perdón sin arrepentimiento” (II-II, q.14 a.2 c.).

Rechazar de esta forma la justicia y la misericordia divinas, atributos que nadie desconoce, implica una clara y deliberada malicia.

  1. Negar la Verdad Conocida como Tal y 4. Tener Envidia de la Gracia Ajena
    Estos pecados se oponen directamente a los dones de Dios que nos guían hacia el bien. Santo Tomás lo detalla así:
    “Los dones de Dios que nos retraen del pecado son dos. Uno de ellos, el conocimiento de la verdad, y contra él se señala la impugnación a la verdad conocida, hecho que sucede cuando alguien impugna la verdad de fe conocida para pecar con mayor libertad. El otro, el auxilio de la gracia interior, al que se opone la envidia de la gracia fraterna, envidiando no sólo al hermano en su persona, sino también el crecimiento de la gracia de Dios en el mundo” (loc. cit.).

Ambas actitudes, negar una verdad revelada para justificar el pecado y sentir pesar por el bien espiritual en el mundo, demuestran una malicia deliberada.

  1. Obstinación en el Pecado y 6. Impenitencia Final
    Estos dos pecados se refieren a la actitud del alma frente a la naturaleza misma del pecado y sus consecuencias. Santo Tomás concluye:
    “Por parte del pecado, son dos las cosas que pueden retraer al hombre del mismo. Una de ellas, el desorden y la torpeza de la acción, cuya consideración suele inducir al hombre a la penitencia […]. A ello se opone la impenitencia, […] se entiende la impenitencia en cuanto entraña el propósito de no arrepentirse. La otra cosa que aleja al hombre del pecado es la inanidad y caducidad del bien que se busca en él […]. Todo ello se desvanece con la obstinación, por la que reitera el hombre su propósito de aferrarse en el pecado” (loc. cit.).

La decisión firme de no arrepentirse (impenitencia) y el propósito de aferrarse al pecado a pesar de conocer su vaciedad (obstinación) son la manifestación final de una voluntad entregada al mal.
Una Cuestión Pendiente: ¿Por qué son «Imperdonables»?
Una vez explicadas las diversas formas que asumen los pecados contra el Espíritu Santo, queda por responder la pregunta más inquietante: ¿en qué sentido se afirma que no tienen perdón? Como advirtió Nuestro Señor Jesucristo, estos pecados son de una gravedad excepcional. Santo Tomás los compara con una enfermedad incurable para el cuerpo: su cura no es posible por medios ordinarios, sino que requiere un milagro espiritual que, por supuesto, Dios siempre puede conceder.
Mientras tanto, pidamos a la Santísima Virgen, Madre de Misericordia, Auxilio de los cristianos y Refugio de los pecadores, que nos conceda la gracia de no caer jamás en estos monstruosos pecados.

Texto de Tesoros de la Fe

Oración para recibir la Gracia del Espíritu Santo

Divino Padre Eterno, en nombre de Jesucristo y por la intercesión de la Siempre Virgen María, envía a mi corazón al Espíritu Santo. Espíritu Santo, Dios de infinita caridad, dame tu Santo Amor. Espíritu Santo, Dios de las virtudes, conviérteme. Espíritu Santo, Fuente de luces celestes, disipa mi ignorancia. Espíritu Santo, Dios de infinita pureza, santifica mi alma. Oraciones al Espíritu Santo 14 Espíritu Santo, que habitas en mi alma, transfórmala y hazla toda tuya. Espíritu Santo, Amor sustancial del padre y del Hijo, permanece siempre en mi corazón.

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