Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Escrito el 27/06/2024
Pablo Ambrosio


Patrona de los Padres Redentoristas, cuyo icono original se encuentra en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, esta imagen simboliza el cuidado de la Virgen por Jesús desde su concepción hasta su muerte, y su continua protección hacia quienes la invocan.

En el siglo XV, un rico comerciante del Mediterráneo poseía la pintura del Perpetuo Socorro, aunque se desconoce cómo la obtuvo. Para protegerla, decidió llevarla a Italia. Durante la travesía, una tormenta terrible estalló, pero al alzar el cuadro y pedir socorro, el mar se calmó.

Ya en Roma, el comerciante mostró el cuadro a un amigo, asegurándole que un día el mundo entero rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Antes de morir, le pidió a su amigo que colocara la pintura en una iglesia ilustre. Sin embargo, la esposa del amigo se encariñó con la pintura, y este no cumplió la promesa.

Nuestra Señora se apareció varias veces al hombre, pidiéndole que cumpliera su promesa, pero por no contrariar a su esposa, enfermó y murió. Posteriormente, la Virgen se apareció a su hija de seis años, con el mismo mensaje. La niña contó esto a su madre, quien asustada, lo comentó a una vecina que se burló. La vecina sufrió fuertes dolores que solo se aliviaron al invocar a la Virgen y tocar el cuadro. Finalmente, la Virgen indicó que la pintura debía colocarse en la iglesia de San Mateo, entre las Basílicas de Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. Así se hizo, y se obraron grandes milagros.

Siglos después, Napoleón destruyó muchas iglesias, incluida la de San Mateo. Un padre agustino rescató el cuadro y lo llevó a una capilla agustiniana en Posterula. Los Redentoristas construyeron la Iglesia de San Alfonso sobre las ruinas de San Mateo y descubrieron que ahí había estado el cuadro milagroso. Gracias a un sacerdote jesuita, supieron del deseo de la Virgen de ser honrada en ese lugar.

El superior de los Redentoristas solicitó al Beato Pío IX que el cuadro fuera devuelto a la iglesia entre Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. Los Agustinos, al conocer la historia y el deseo del Pontífice, devolvieron gustosos la imagen mariana para complacer a la Virgen.

Hoy en día, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha expandido globalmente, construyéndose iglesias y santuarios en su honor. Su retrato es conocido y venerado en todo el mundo.

 

ACI Prensa