Padre Hermógenes López

Escrito el 30/06/2024
Pablo Ambrosio


Eufemio Hermógenes nació en Ciudad Vieja, Sacatepéquez, el 16 de septiembre de 1928, siendo el tercero de ocho hermanos en una familia liderada por sus padres, Ángel y Victoria. Fue bautizado el 20 de septiembre de 1928 por el párroco Juan Cecilio Cuéllar. Su madre, Doña Choyita, era catequista y enseñaba el catecismo a niños en su hogar.

Hermógenes estudió en el Colegio La Confederación, donde recibió su Primera Comunión. Disfrutaba visitar a sus abuelos paternos, quienes hacían dulces de pepitoria para vender y cultivaban frutas como naranjas y duraznos en su finca ubicada en la falda del volcán de Agua. Su abuela Felisa era consejera matrimonial, apoyando a parejas que ratificaban su compromiso religioso.

Ángel, el padre de Hermógenes, era sastre y sacristán. A los 15 años, Hermógenes ingresó al Seminario Conciliar de Santiago y continuó su formación en el Seminario Mayor de San José de la Montaña en San Salvador, donde estudió teología. Fue ordenado sacerdote a los 26 años, el 7 de noviembre de 1954, por el Arzobispo de Guatemala, Monseñor Mariano Rossell Arellano.

Comenzó su labor pastoral en el Seminario Menor, acompañando espiritualmente a jóvenes aspirantes al sacerdocio. En 1966, fue nombrado párroco de San José Pinula por el Arzobispo Mario Casariego. Durante el terremoto de 1976, visitó a las familias afectadas para asegurar su bienestar.

Hermógenes se enfrentó a las arbitrariedades de los comisionados militares que reclutaban jóvenes para el ejército, defendiendo a sus parroquianos. También lideró la oposición a un proyecto de la empresa Aguas, S.A., que afectaba la agricultura local. Pese a las acusaciones y persecuciones, apoyó a cooperativas, educación y alfabetización, mostrando especial cariño hacia los niños y ancianos.

El 30 de junio de 1978, fue asesinado brutalmente mientras regresaba de atender a un enfermo en la aldea San Luis. Hermógenes, quien amaba profundamente a su pueblo, dejó un legado de defensa de los derechos y dignidad de los más vulnerables. Su muerte fue un reflejo de su compromiso con el Evangelio y su amor por "mis pinulas", como él llamaba a su gente.