Visita de iglesias en Cuaresma

Visita de iglesias en Cuaresma

Este es un recorrido por algunas de las iglesias del Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala, el ambiente de esta época es particular. Las hermandades realzan a las imágenes de pasión de su devoción, la decoración elegante, los aromas propios de las fechas. Esta es una breve recopilación fotográfica del recorrido.

Por Pablo Ambrosio

 

La Merced
La iglesia luce elegante decorado en sus paredes, las imágenes de pasión están en la capilla de Jesús.

 

San José
Al entrar se observa el pregón, la imagen de Jesús de los Milagros en el altar mayor sobre una peana, el encortinado morado que nos recuerda esta época de reflexión.

 

Nuestra Señora de Candelaria

La sobriedad de las cortinas enmarcan a las bellas imágenes de pasión que se encuentran en el retablo del altar mayor. Se trata de la Consagrada Imagen de Jesús de Candelaria y Virgen de Dolores. Los acompañan arreglos florales.

 

 

La Parroquia zona 6

Jesús de las Tres Potencias está en un impresionante huerto, la escena representa el memorable Evangelio de San Mateo:

 

C.I. de Jesús Nazareno de los Milagros, Rey del Universo – Jueves del Silencio

C.I. de Jesús Nazareno de los Milagros, Rey del Universo – Jueves del Silencio

Fotografía: Wilder Méndez

Redacción: Raúl Barillas

La imagen que hoy conocemos como Jesús Nazareno de los Milagros, pertenecía al señor Lorenzo de Paz y Arpides, hijo de padres españoles, originario de Honduras; a su fallecimiento su hijo que también se llamaba Lorenzo la donó a la Ermita de la Santa Cruz del Milagro ubicada en el Barrio de Chipilapa entre 1735 y 1736, de allí proviene el calificativo que en la época colonial era “Jesús Nazareno de la Santa Cruz del Milagro” modificándose el mismo con el paso del tiempo hasta conocerlo como actualmente se le denomina; su Cofradía fue fundada el 1 de Junio de 1736, llega al Valle de la Ermita en 1780 donde pasó por un largo peregrinar, sus cofrades pidieron permiso para colocar de forma temporal al Nazareno en el Beaterio de Indias, el cual estaba ubicado en la 12 Avenida entre 9ª. y 10ª. Calles de la zona 1, posteriormente es trasladado a la Rectoría de Santa Rosa de Lima en la actual 10ª. Avenida y 8ª. Calle de la zona 1, después al Templo del Cerrito del Carmen, Santo Domingo y al Santuario Arquidiocesano del Señor San José, en donde es resguardada en la actualidad.

Una de sus dos Procesiones es conocida como “del Silencio” iniciando el 25 de febrero de 1955, cuando después de haber estado Jesús en Velación en el transcurso del Primer Jueves de Cuaresma y finalizada la Santa Eucaristía, siendo las cero horas con treinta minutos del Primer Viernes de Cuaresma, se procedía a apagar las luces del Templo, se iluminaba el anda, y con el toque del clarín comenzaba la Procesión,  acompañada por el sonido del redoblante, rezando el Santo Vía Crucis participando únicamente caballeros, como ya se hacia en el Vía Crucis del Hermano Pedro el Viernes de Dolores en La Antigua Guatemala.

En 1972 se efectúo el primero de muchos cambios que tendría esta Procesión, la cual a iniciativa de Monseñor Tomas Barrios Sánchez y el Presidente de la Fervorosa Asociación Miguel Ángel Sosa Ponce, salió en horas de la noche y el mismo fue acompañado por una Banda de Música, a dicho Cortejo Procesional se le denominó como “Procesión del Primer Jueves de Cuaresma”

En el año de 1980, inicia en horas de la tarde y nuevamente se suprime la Banda de Música, retomando el nombre de “Procesión del Silencio”.

En 1988, a iniciativa de Monseñor Tomas Barrios Sánchez se le incorpora una Banda de Música, tomando el nombre de “Procesión del Primer Jueves de Cuaresma” como le conocemos en la actualidad.

 

El Papa: Cuaresma tiempo favorable para volver a lo que somos, a Dios y los hermanos

El Papa: Cuaresma tiempo favorable para volver a lo que somos, a Dios y los hermanos

Este 22 de febrero, Miércoles de Ceniza, el Santo Padre centró su homilía en la invitación que nos dirige el profeta Joel (2,12) cuando dice: «Vuelvan a mí de todo corazón». De esta cita bíblica, y ayudado por el rito de la Ceniza, el Pontífice dijo que esto nos introduce en este camino de regreso: “nos invita a volver a lo que realmente somos y a volver a Dios y a los hermanos”.
“La Cuaresma es el tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás; para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado; para romper las cadenas del individualismo y redescubrir, a través del encuentro y la escucha, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volver a aprender a amarlo como hermano o hermana”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía, en la Santa Misa con el rito de bendición e imposición de las Cenizas, con el cual se inició el Tiempo de Cuaresma. Como cada año, la celebración litúrgica del Miércoles de Ceniza se realizó con la procesión penitencial, el canto de las letanías de los Santos desde la iglesia de San Anselmo hasta la Basílica de Santa Sabina en Roma.

La Cuaresma es el tiempo favorable para volver a lo esencial

En su homilía, el Santo Padre recordó que, el apóstol Pablo nos ayuda a entrar en el espíritu del tiempo cuaresmal cuando afirma que, «este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación» (2 Co 6,2).

“La Cuaresma ciertamente es el tiempo favorable para volver a lo esencial, para despojarnos de lo que nos pesa, para reconciliarnos con Dios, para reavivar el fuego del Espíritu Santo que habita escondido entre las cenizas de nuestra frágil humanidad. Es el tiempo de gracia para llevar a cabo lo que el Señor nos ha pedido en el primer versículo de la Palabra que hemos escuchado: «Vuelvan a mí de todo corazón»”.

“El rito de la ceniza nos introduce en este camino de regreso, nos invita a volver a lo que realmente somos y a volver a Dios y a los hermanos”

La ceniza nos invita a volver a lo que realmente somos

Un primer aspecto que destacó el Papa Francisco fue la invitación a “volver a lo que realmente somos”. La ceniza, precisó el Papa, nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos, nos reconduce a la verdad fundamental de la vida, es decir, sólo el Señor es Dios y nosotros somos obra de sus manos.

“Nosotros tenemos la vida mientras que Él es la vida. Él es el Creador, mientras nosotros somos frágil arcilla que se moldea en sus manos. Nosotros venimos de la tierra y necesitamos del Cielo, de Él. Con Dios resurgiremos de nuestras cenizas, pero sin Él somos polvo. Mientras inclinamos la cabeza, con humildad, para recibir las cenizas, traigamos a la memoria del corazón esta verdad: somos del Señor, le pertenecemos. Él, en verdad, «modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida» (Gn 2,7), es decir, existimos porque Él ha exhalado el aliento de la vida en nosotros”.

“Y, como Padre tierno y misericordioso, Él también vive la Cuaresma, porque nos desea, nos espera, aguarda nuestro regreso. Y siempre nos anima a no desesperar, incluso cuando caemos en el polvo de nuestra fragilidad y de nuestro pecado, porque «Él conoce de qué estamos hechos, sabe muy bien que no somos más que polvo» (Sal 103,14)”

La Cuaresma, subrayó el Santo Padre, es por tanto el tiempo para que recordemos quién es el Creador y quién la criatura; para proclamar que sólo Dios es el Señor; para desnudarnos de la pretensión de bastarnos a nosotros mismos y del afán de ponernos en el centro, de ser los primeros de la clase, de pensar que sólo con nuestras capacidades podemos ser protagonistas de la vida y trasformar el mundo que nos rodea.

“Este es el tiempo favorable para convertirnos, para cambiar la mirada antes que nada sobre nosotros mismos, para vernos por dentro. Cuántas distracciones y superficialidades nos apartan de lo que es importante. Cuántas veces nos centramos en nuestros deseos o en lo que nos falta, alejándonos del centro del corazón, olvidándonos de abrazar el sentido de nuestro ser en el mundo”.

“La Cuaresma es un tiempo de verdad para quitarnos las máscaras que llevamos cada día aparentando ser perfectos a los ojos del mundo; para luchar, como nos ha dicho Jesús en el Evangelio, contra la falsedad y la hipocresía. No las de los demás, sino las nuestras”

La ceniza nos invita a volver a Dios y a los hermanos

Un segundo aspecto que destacó el Papa Francisco fue recordar que, “la ceniza nos invita a volver a Dios y a los hermanos”. De hecho, si volvemos a la verdad de lo que somos y nos damos cuenta de que nuestro yo no es autosuficiente, entonces descubrimos que existimos gracias a las relaciones, tanto la originaria con el Señor como las vitales con los demás.

“Así, la ceniza que hoy recibimos en la cabeza nos dice que cada presunción de autosuficiencia es falsa y que idolatrar el yo es destructivo y nos encierra en la jaula de la soledad. Nuestra vida, sin embargo, es sobre todo una relación; la hemos recibido de Dios y de nuestros padres, y siempre podemos renovarla y regenerarla gracias al Señor y a aquellos que Él ha puesto junto a nosotros”.

“La Cuaresma es el tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás; para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado; para romper las cadenas del individualismo y redescubrir, a través del encuentro y la escucha, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volver a aprender a amarlo como hermano o hermana”

Tres grandes vías para volver a Dios y a los demás

Pero, cómo podemos realizar todo esto, se pregunta el Santo Padre. Para completar este camino —volver a lo que realmente somos y volver a Dios y a los demás— el Pontífice indicó que hoy, se nos invita a recorrer tres grandes vías: la limosna, la oración y el ayuno.

“Como hemos escuchado en el Evangelio, Jesús nos advierte: no se trata de ritos exteriores, sino de gestos que deben expresar una renovación del corazón”.

“La limosna no es un gesto rápido para limpiarse la conciencia, sino un tocar con las propias manos y con las propias lágrimas los sufrimientos de los pobres. La oración no es ritualidad, sino diálogo de verdad y amor con el Padre. El ayuno no es un simple sacrificio, sino un gesto fuerte para recordarle a nuestro corazón qué es lo que permanece y qué es lo pasajero”

La sinceridad del alma y la coherencia de las obras

Jesús nos hace «una advertencia que conserva también para nosotros su validez saludable: a los gestos exteriores debe corresponder siempre la sinceridad del alma y la coherencia de las obras.

“En efecto, ¿de qué sirve […] rasgarse las vestiduras, si el corazón sigue lejos del Señor, es decir, del bien y de la justicia?» (Benedicto XVI, Homilía miércoles de ceniza, 1 marzo 2006). Muchas veces, sin embargo, nuestros gestos y ritos no tocan la vida, no son auténticos, quizás los hacemos sólo para que los demás nos admiren, para recibir el aplauso, para atribuirnos el crédito”.

“Recordemos que, en la vida personal, como en la vida de la Iglesia, lo que cuenta no es lo exterior, los juicios humanos y el aprecio del mundo; sino sólo la mirada de Dios, que lee el amor y la verdad”

No quedarnos en gestos exteriores

En este sentido, el Papa Francisco invitó a ponernos humildemente bajo su mirada, entonces la limosna, la oración y el ayuno no se quedan en gestos exteriores, sino que expresan quiénes somos verdaderamente: hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

“La limosna, la caridad, manifestará nuestra compasión con quien está necesitado, nos ayudará a volver a los demás; la oración dará voz a nuestro íntimo deseo de encontrar al Padre, haciéndonos volver a Él; el ayuno será una gimnasia espiritual para renunciar con alegría a lo que es superfluo y nos sobrecarga, para ser interiormente más libres y volver a lo que realmente somos”.

Pongámonos en camino con la caridad, oración y ayuno

Finalmente, el Santo Padre exhortó a que, inclinemos la cabeza, recibamos la ceniza, aligeremos el corazón y que no desperdiciemos la gracia de este tiempo santo.

Pongámonos en camino por medio de la caridad:

“Nos han dado cuarenta días favorables para recordarnos que el mundo no se cierra en los estrechos límites de nuestras necesidades personales y para redescubrir la alegría, no en las cosas que se acumulan, sino en el cuidado de aquellos que se encuentran en la necesidad y en la aflicción”.

Pongámonos en camino por medio de la oración:

“Se nos otorgan cuarenta días favorables para dar a Dios la primacía de nuestra vida, para volver a dialogar con Él de todo corazón, no en ratos perdidos”.

Pongámonos en camino por medio del ayuno:

“Se nos ofrecen cuarenta días favorables para reencontrarnos, para frenar la dictadura de las agendas siempre llenas de cosas por hacer; de las pretensiones de un ego cada vez más superficial y engorroso; y de elegir lo que de verdad importa”.

“Fijemos nuestra mirada en el Crucificado y caminemos. Respondamos con generosidad a las llamadas fuertes de la Cuaresma. Al final del trayecto encontraremos con más alegría al Señor de la vida, al único que nos hará resurgir de nuestras cenizas”

Fuente Vatican News