
El Patrono de la Palabra y el mes de la Biblia
San Jerónimo de Estridón (c. 340 – 420), Doctor de la Iglesia y Padre de la Iglesia Latina, es una figura central en la tradición católica, especialmente por su inmensurable contribución a la Sagrada Escritura. Su vida de estudio, penitencia y erudición lo convierte en el santo por antonomasia del conocimiento y amor a la Palabra de Dios.
El Gigante de la Traducción: La Vulgata
La obra cumbre de San Jerónimo fue la traducción completa de la Biblia al latín, conocida como la Vulgata (del latín vulgata editio, «edición para el pueblo»). A finales del siglo IV, por encargo del Papa Dámaso I, Jerónimo asumió la tarea de unificar y corregir las múltiples y a menudo inconsistentes versiones latinas que circulaban.
Para garantizar la máxima fidelidad, se retiró a Belén y se dedicó a estudiar profundamente el hebreo y el griego, lenguas originales de la Biblia, además de su ya vasto conocimiento del latín. Su profundo dominio de las lenguas y su rigor exegético dejaron una marca imborrable, y su Vulgata se convirtió en la versión oficial de la Biblia para la Iglesia Católica durante más de mil años, ratificada incluso por el Concilio de Trento en 1546.
Su lema más famoso, «Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo», resume la esencia de su vida y enseña a los fieles la necesidad de acercarse a la Palabra para encontrarse con el Señor.
San Jerónimo y el Mes de la Biblia
La festividad de San Jerónimo se celebra cada 30 de septiembre, el día de su fallecimiento. Debido a la centralidad de este santo como traductor y estudioso de las Escrituras, la Iglesia Católica dedica el mes de septiembre a promover el conocimiento, la lectura asidua y la meditación de la Biblia entre los fieles.
El llamado es a reavivar el compromiso con la Palabra de Dios, considerándola, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, el «alimento de la vida espiritual» y «el alma de la teología» (CIC 131-132). El Papa Francisco, siguiendo la enseñanza de San Jerónimo, ha exhortado a poner la Biblia en el centro de la vida cristiana, para que sea «brújula» y «primavera de nuestra vida espiritual».
El Mes de la Biblia es una invitación a:
- Leer la Biblia cotidianamente: La Iglesia recomienda la lectura frecuente de la Sagrada Escritura.
- Practicar la Lectio Divina: Un método de oración y estudio de la Palabra que se remonta a la antigüedad.
- Profundizar en la fe: Entender que la Biblia es el medio por el cual el Padre Celestial sale a dialogar con sus hijos (CIC 103).
La celebración del Día y el Mes de la Biblia en torno a la figura de San Jerónimo subraya que el amor a la Palabra de Dios es un pilar fundamental de la fe católica.